20061120

te blanco verde rojo negro

Los tés se obtienen del árbol del té (Camelia Sinensis o Thea Sinensis). El té blanco, a partir de las yemas que se dejan marchitar; el té verde, té no fermentado, a partir de la hoja que se cuece y se seca al fuego para detener su fermentación; el té rojo, semifermentado, se obtiene a partir de las hojas que se secan al aire libre durante un periodo breve de tiempo para controlar su fermentación; y por último el té negro, fermentado, a partir de hojas secas que se dejan fermentar y se vuelven a secar.

20061119

Aceite de oliva

I. El aceite de oliva es el aceite procedente únicamente del fruto del olivo, con exclusión de los aceites obtenidos mediante disolventes o procedimientos de reesterificación y de toda mezcla con aceites de otra naturaleza. Engloba las siguientes denominaciones:

A. Aceites de oliva vírgenes: aceites obtenidos del fruto del olivo únicamente por procedimientos mecánicos o por otros procedimientos físicos en condiciones, especialmente térmicas, que no produzcan la alteración del aceite, que no hayan tenido más tratamiento que el lavado, la decantación, la centrifugación y el filtrado.

Se clasifican y denominan de la siguiente forma:

a) Aceites de oliva vírgenes aptos para el consumo en la forma en que se obtienen:

i) Aceite de oliva virgen extra: aceite de oliva virgen cuya acidez libre expresada en ácido oleico es como máximo de 0,8 g por 100 g y cuyas demás características corresponden a las previstas para esta categoría;

ii) Aceite de oliva virgen: aceite de oliva virgen cuya acidez libre expresada en ácido oleico es como máximo de 2,0 g por 100 g y cuyas demás características corresponden a las previstas para esta categoría;

iii) Aceite de oliva virgen corriente: aceite de oliva virgen cuya acidez libre expresada en ácido oleico es como máximo de 3,3 g por 100 g y cuyas demás características corresponden a las previstas para esta categoría(1).

b) Aceite de oliva virgen no apto para el consumo en la forma en que se obtiene:
Aceite de oliva virgen lampante: aceite de oliva virgen cuya acidez libre expresada en ácido oleico es superior a 3,3 g por 100 g y/o cuyas características organolépticas y demás características corresponden a las previstas para esta categoría. Se destina al refino con vistas al consumo humano o a usos técnicos.



B. Aceite de oliva refinado: aceite de oliva obtenido por refino de aceites de oliva vírgenes. Su acidez libre expresada en ácido oleico es como máximo de 0,3 g por 100 g, y sus demás características corresponden a las previstas para esta categoría(2).



C. Aceite de oliva: aceite constituido por una mezcla de aceite de oliva refinado y de aceites de oliva vírgenes aptos para el consumo en la forma en que se obtienen. Su acidez libre expresada en ácido oleico es como máximo de 1 g por 100 g, y sus demás características corresponden a las previstas para esta categoría(3).



II. El aceite de orujo de oliva es el aceite obtenido por tratamiento con disolventes u otros procedimientos físicos de los orujos de oliva, con exclusión de los aceites obtenidos mediante procedimientos de reesterificación y de toda mezcla con aceites de otra naturaleza. Engloba las siguientes denominaciones:

A. Aceite de orujo de oliva crudo: aceite de orujo de oliva cuyas características son las previstas para esta categoría. Se destina al refino con vistas al consumo humano o a usos técnicos.

B. Aceite de orujo de oliva refinado: aceite obtenido por el refino del aceite de orujo de oliva crudo. Su acidez libre expresada en ácido oleico es como máximo de 0,3 g por 100 g y sus demás características corresponden a las previstas para esta categoría(4).

C. Aceite de orujo de oliva: aceite constituido por una mezcla de aceite de orujo de oliva refinado y de aceites de oliva vírgenes aptos para el consumo en la forma en que se obtienen. Su acidez libre expresada en ácido oleico es como máximo de 1 g por 100 g y sus demás características corresponden a las previstas para esta categoría. Esta mezcla no podrá en ningún caso denominarse "aceite de oliva".

Frases interesantes

Un camino de mil millas, comienza con un paso

El secreto de la felicidad es simple: averigua qué es lo que te gusta hacer y dirige todas tus energías hacia ello. Haciendo esto, la abundancia iluminará tu vida y todos tus deseos se cumplirán sin esfuerzo.

La disciplina se logra realizando constantemente pequeños actos de coraje.

Deja de ser un prisionero de tu pasado. Conviértete en arquitecto de tu futuro.

¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.

Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar.

Amar es encontrar en la felicidad de otro la propia felicidad.

Pitágoras. Definición de los filósofos

...............“filosofía”. Leonte quedó perplejo al oír una palabra cuyo significado desconocía y, Pitágoras, para explicarla, recurrió a una metáfora que ha sido muy celebrada: la vida, afirmó, es como una reunión de personas que asisten a los Juegos Olímpicos. A ellos la gente acude por tres causas distintas: unos, los atletas, para competir por la gloria de un premio; otros, los comerciantes, para comprar y vender; finalmente existe una tercera categoría que va a contemplar los juegos: los espectadores. De la misma manera, explicó Pitágoras, unos viven para servir a la fama y otros al dinero. Pero la mejor elección es la de aquellos que, como los espectadores, dedican su tiempo a la contemplación de la naturaleza, como amantes de la sabiduría, es decir, como filósofos.............

Que creer y que no creer

Querida Juliet:

Ahora que has cumplido 10 años, quiero escribirte acerca de una cosa que para mí es muy importante. ¿Alguna vez te has preguntado cómo sabemos las cosas que sabemos? ¿Cómo sabemos, por ejemplo, que las estrellas que parecen pequeños alfilerazos en el cielo, son en realidad gigantescas bolas de fuego como el Sol, pero que están muy lejanas? ¿Y cómo sabemos que la Tierra es una bola más pequeña, que gira alrededor de esas estrellas, el Sol?

La respuesta a esas preguntas es "por la evidencia". A veces, "evidencia" significa literalmente ver (u oír, palpar, oler) que una cosa es cierta. Los astronautas se han alejado de la Tierra lo suficiente como para ver con sus propios ojos que es redonda. Otras veces, nuestros ojos necesitan ayuda. El "lucero del alba" parece un brillante centelleo en el cielo, pero con un telescopio podemos ver que se trata de una hermosa esfera: el planeta que llamamos Venus. Lo que aprendemos viéndolo directamente (u oyéndolo, palpándolo, etc.) se llama "observación".

Muchas veces, la evidencia no sólo es pura observación, pero siempre se basa en la observación. Cuando se ha cometido un asesinato, es corriente que nadie lo haya observado (excepto el asesino y la persona asesinada). Pero los investigadores pueden reunir otras muchas observaciones, que en un conjunto señalen a un sospechoso concreto. Si las huellas dactilares de una persona coinciden con las encontradas en el puñal, eso demuestra que dicha persona lo tocó. No demuestra que cometiera el asesinato, pero además pueda ayudar a demostrarlo si existen otras muchas evidencias que apunten a la misma persona. A veces, un detective se pone a pensar en un montón de observaciones y de repente se da cuenta que todas encajan en su sitio y cobran sentido si suponemos que fue Fulano el que cometió el asesinato.

Los científicos -especialistas en descubrir lo que es cierto en el mundo y el Universo- trabajan muchas veces como detectives. Hacen una suposición (ellos la llaman hipótesis) de lo que podría ser cierto. Y a continuación se dicen: si esto fuera verdaderamente así, deberíamos observar tal y cual cosa. A esto se llama predicción. Por ejemplo si el mundo fuera verdaderamente redondo, podríamos predecir que un viajero que avance siempre en la misma dirección acabará por llegar a mismo punto del que partió. Cuando el médico dice que tienes sarampión, no es que te haya mirado y haya visto el sarampión. Su primera mirada le proporciona una hipótesis: podrías tener sarampión. Entonces, va y se dice: "Si de verdad tiene el sarampión, debería ver...." y empieza a repasar toda su lista de predicciones, comprobándolas con los ojos (¿tienes manchas?), con las manos (¿tienes caliente la frente?) y con los oídos (¿te suena el pecho como suena cuando se tiene el sarampión?). Sólo entonces se decide a declarar "Diagnóstico que la niña tiene sarampión". A veces, los médicos necesitan realizar otras pruebas, como análisis de sangre o rayos x, para complementar las observaciones hechas con sus ojos, manos y oídos.
La manera en que los científicos utilizan la evidencia para aprender cosas del mundo es tan ingeniosa y complicada que no te la puedo explicar en una carta tan breve. Pero dejemos por ahora la evidencia, que es una buena razón para creer algo, porque quiero advertirte en contra de tres malas razones para creer cualquier cosa: se llaman "tradición", "autoridad" y "revelación".

Empecemos por la tradición. Hace unos meses estuve en televisión, charlando con unos 50 niños. Estos niños invitados habían sido educados en diferentes religiones: había cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, sijs... El presentador iba con el micrófono de niño en niño, preguntándoles lo que creían. Lo que los niños decían demuestra exactamente lo que yo entiendo por "tradición". Sus creencias no tenían nada que ver con la evidencia. Se limitaban a repetir las creencias de sus padres y de sus abuelos, que tampoco estaban basadas en ninguna evidencia. Decían cosas como "los hindúes creemos tal y cual cosa", "los musulmanes creemos esto y lo otro", "los cristianos creemos otra cosa diferente".

Como es lógico, dado que cada uno creía cosas diferentes, era imposible que todos tuvieran razón. Por lo visto, al hombre del micrófono esto le parecía muy bien, y ni siquiera los animó a discutir sus diferencias. Pero no es esto lo que me interesa de momento. Lo que quiero es preguntar de dónde habían salido sus creencias. Habían salido de la tradición. La tradición es la transmisión de creencias de los abuelos a los padres, de los padres a los hijos, y así sucesivamente. O mediante libros que se siguen leyendo durante siglos. Muchas veces, las creencias tradicionales se originan casi de la nada: es posible que alguien las inventara en algún momento, como tuvo que ocurrir con las ideas de Thor y Zeus; pero cuando se han transmitido durante unos cuantos siglos, el hecho mismo de que sean muy antiguas las convierte en especiales. La gente cree ciertas cosas sólo porque mucha gente ha creído lo mismo durante siglos. Eso es la tradición.
El problema con la tradición es que, por muy antigua que sea una historia, es igual de cierta o de falsa que cuando se inventó la idea original. Si te inventas una historia que no es verdad, no se hará más verdadera porque se trasmita durante siglos, por muchos siglos que sean.

En Inglaterra, gran parte de la población ha sido bautizada en la Iglesia Anglicana, que no es más que una de las muchas ramas de la religión cristiana. Existen otras ramas, como la ortodoxa rusa, la católica romana y la metodista. Cada una cree cosas diferentes. La religión judía y la musulmana son un poco más diferentes, y también existen varias clases distintas de judíos y de musulmanes. La gente que cree una cosa está dispuesta a hacer la guerra contra los que creen cosas ligeramente distintas, de manera que se podrá pensar que tienen muy buenas razones -evidencias- para creer lo que creen. Pero lo cierto es que sus diferentes creencias se deben únicamente a diferentes tradiciones.

Vamos a hablar de una tradición concreta. Los católicos creen que María, la madre de Jesús, era tan especial que no murió, sino que fue elevada al cielo con su cuerpo físico. Otras tradiciones cristianas discrepan, diciendo que María murió como cualquier otra persona. Estas otras religiones no hablan mucho de María, ni la llaman "Reina del cielo", como hacen los católicos. La tradición que afirma que el cuerpo de María fue elevado al cielo no es muy antigua. La Biblia no dice nada de cómo o cuándo murió; de hecho, a la pobre mujer apenas se la menciona en la Biblia. Lo de que su cuerpo fue elevado a los cielos no se inventó hasta unos seis siglos después de Cristo. Al principio, no era más que un cuento inventado, como Blancanieves o cualquier otro. Pero con el paso de los siglos se fue convirtiendo en una tradición y la gente empezó a tomársela en serio, sólo porque la historia se había ido transmitiendo a lo largo de muchas generaciones. Cuanto más antigua es una tradición, más en serio se la toma la gente. Y por fin, en tiempos muy recientes, se declaró que era una creencia oficial de la Iglesia Católica: esto ocurrió en 1950, cuando yo tenía la edad que tienes tú ahora. Pero la historia no era más verídica en 1950 que cuando se inventó por primera vez, seiscientos años después de la muerte de María.

Al final de esta carta volveré a hablar de la tradición, para considerarla de una manera diferente. Pero antes tengo que hablarte de la otras dos malas razones para creer una cosa: la autoridad y la revelación.

La autoridad, como razón para creer algo, significa que hay que creer en ello porque alguien importante te dice que lo creas. En la Iglesia Católica, por ejemplo, la persona más importante es el Papa, y la gente cree que tiene que tener razón sólo porque es el Papa. En una de las ramas de la religión musulmana, las personas más importantes son unos ancianos barbudos llamados ayatolás. En nuestro país hay muchos musulmanes dispuestos a cometer asesinatos sólo porque los ayatolás de un país lejano les dicen que lo hagan.

Cuando te decía que en 1950 se dijo por fin a los católicos que tenían que creer en la asunción a los cielos del cuerpo de María, lo que quería decir es que en 1950 el Papa les dijo que tenían que creer en ello. Con eso bastaba. ¡El Papa decía que era verdad, luego tenía que ser verdad! Ahora bien, lo más probable es que, de todo lo que dijo el Papa a lo largo de su vida, algunas cosas fueron ciertas y otras no fueron ciertas. No existe ninguna razón válida para creer que todo lo que diga sólo porque es el Papa, del mismo modo que no tienes por qué creer todo lo que te diga cualquier otra persona. El Papa actual ha ordenado a sus seguidores que no limiten el número de sus hijos. Si la gente sigue su autoridad tan ciegamente como a él le gustaría, el resultado sería terrible: hambre, enfermedades y guerras provocadas por la sobrepoblación.
Por supuesto, también en la ciencia ocurre a veces que no hemos visto personalmente la evidencia, y tenemos que aceptar la palabra de alguien. Por ejemplo, yo no he visto con mis propios ojos ninguna prueba de que la luz avance a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo, sin embargo, creo en los libros que me dicen la velocidad de la luz. Esto podría parecer "autoridad" pero en realidad es mucho mejor que la autoridad, porque la gente que escribió esos libros sí que había observado la evidencia, y cualquiera puede comprobar dicha evidencia siempre que lo desee. Esto resulta muy reconfortante. Pero ni siquiera los sacerdotes se atreven a decir que exista alguna evidencia de su historia acerca de la subida a los cielos del cuerpo de María.
La tercera mala razón para creer en las cosas se llama "revelación". Si en 1950 le hubieras podido preguntar al Papa cómo sabía que el cuerpo de María había ascendido al cielo, lo más probable es que te hubiera respondido que "se le había revelado". Lo que hizo fue encerrarse en su habitación y rezar pidiendo orientación. Había pensado y pensado, siempre solo, y cada vez se sentía más convencido. Cuando las personas religiosas tienen la sensación interior de que una cosa es cierta, aunque no exista ninguna evidencia de que sea así, llaman a esa sensación "revelación". No sólo los Papas aseguran tener revelaciones. Las tienen montones de personas de todas las religiones, y es una de las principales razones por las que creen las cosas que creen. Pero ¿es una buena razón?

Supón que te digo que tu perro ha muerto. Te pondrías muy triste y probablemente me preguntarías: "¿Estás seguro? ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo ha sucedido?" y supón que yo te respondo: "En realidad no sé que Pepe ha muerto. No tengo ninguna evidencia. Pero siento en mi interior la curiosa sensación de que ha muerto". Te enfadarías conmigo por haberte asustado, porque sabes que una "sensación" interior no es razón suficiente para creer que un lebrel ha muerto. Hacen falta pruebas. Todos tenemos sensaciones interiores de vez en cuando, y a veces resulta que son acertadas y otras veces no lo son. Está claro que dos personas distintas pueden tener sensaciones contrarias, de modo que ¿cómo vamos a decidir cuál de las dos acierta? La única manera de asegurarse que un perro está muerto es verlo muerto, oír que su corazón se ha parado, o que nos lo cuente alguien que haya visto u oído alguna evidencia real de que ha muerto.

A veces, la gente dice que hay que creer en las sensaciones internas, porque si no, nunca podrás confiar en cosas como "mi mujer me ama". Pero éste es un mal argumento. Puedes encontrar abundantes pruebas de que alguien te ama. Si estás con alguien que te quiere, durante todo el día estarás viendo y oyendo pequeños fragmentos de evidencia, que se van sumando. No se trata de una pura sensación interior, como la que los sacerdotes llaman revelación. Hay datos exteriores que confirman la sensación interior: miradas en los ojos, entonaciones cariñosas en la voz, pequeños favores y amabilidades; todo eso es autentica evidencia.

A veces, una persona siente una fuerte sensación interior de que alguien la ama sin basarse en ninguna evidencia, y en estos casos lo más probable es que esté completamente equivocada. Existen personas con una firme convicción interior de que una famosa estrella de cine las ama, aunque en realidad la estrella siquiera las conoce. Esta clase de personas tienen la mente enferma. Las sensaciones interiores tienen que estar respaldadas por evidencias; si no, no podemos fiarnos de ellas.

Las intuiciones resultan muy útiles en la ciencia, pero sólo para darte ideas que luego hay que poner a prueba buscando evidencias. Un científico puede tener una "corazonada" acerca de una idea que, de momento, sólo "le parece" acertada. En sí misma, ésta no es una buena razón para creer nada; pero sí que puede razón suficiente para dedicar algún tiempo a realizar un experimento concreto o buscar pruebas de una manera concreta. Los científicos utilizan constantemente sus sensaciones interiores para sacar ideas; pero estas ideas no valen nada si no se apoyan con evidencias.

Te prometí que volveríamos a lo de la tradición, para considerarla de una manera distinta. Me gustaría intentar explicar por qué la tradición es importante para nosotros. Todos los animales están construidos (por el proceso que llamamos evolución) para sobrevivir en el lugar donde su especie vive habitualmente. Los leones están equipados para sobrevivir en las llanuras de África. Los cangrejos de río están construidos para sobrevivir en agua salada. También las personas somos animales, y estamos construidos para sobrevivir en un mundo lleno de... otras personas. La mayoría de nosotros no tienen que cazar su propia comida, como los leones y los bogavantes; se las compramos a otras personas, que a su vez se la compraron a otras. Nadamos en un "mar de gente". Lo mismo que el pez necesita branquias para sobrevivir en el agua, la gente necesita cerebros para poder tratar con otra gente. El mar de está lleno de agua salada, pero el mar de gente está lleno de cosas difíciles de aprender. Como el idioma.
Tú hablas inglés, pero tu amiga Ann-Kathrin habla alemán. Cada una de vosotras habla el idioma que le permite hablar en su "mar de gente". El idioma se transmite por tradición. No existe otra manera. En Inglaterra, tu perro Pepe es a dog. En Alemania, es ein Hund. Ninguna de estas palabras es más correcta o más verdadera que la otra. Las dos se transmiten de manera muy simple. Para poder nadar bien en su propio "mar de gente", los niños tienen que aprender el idioma de su país y otras muchas cosas acerca de su pueblo; y esto significa que tienen que absorber, como si fuera papel secante, una enorme cantidad de información tradicional (Recuerda que "información tradicional" significa, simplemente, cosas que se transmiten de abuelos a padres y de padres a hijos.) El cerebro del niño tiene que absorber toda esta información tradicional, y no se puede esperar que el niño seleccione la información buena y útil, como las palabras del idioma, descartando la información falsa o estúpida, como creer en brujas, en diablos y en vírgenes inmortales.

Es una pena, pero no se puede evitar que las cosas sean así. Como los niños tienen que absorber tanta información tradicional, es probable que tiendan a creer todo lo que los adultos les dicen, sea cierto o falso, tengan razón o no. Muchas cosas que los adultos les dicen son ciertas y se basan en evidencias, o, por lo menos en el sentido común. Pero si les dicen algo que sea falso, estúpido o incluso maligno, ¿cómo pueden evitar que el niño se lo crea también? ¿Y que harán esos niños cuando lleguen a adultos? Pues seguro que contárselo a los niños de la siguiente generación. Y así, en cuanto la gente ha empezado a creerse una cosa -aunque sea completamente falsa y nunca existan razones para creérsela-, se puede seguir creyendo para siempre.

¿Podría ser esto lo que ha ocurrido con las religiones? Creer en uno o varios dioses, en el cielo, en la inmortalidad de María, en que Jesús no tuvo un padre humano, en que las oraciones son atendidas, en que el vino se transforma en sangre..., ninguna de estas creencias está respaldada por pruebas auténticas. Sin embargo, millones de personas las creen, posiblemente porque se les dijo que las creyeran cuando todavía eran suficientemente pequeñas como para creerse cualquier cosa.

Otros millones de personas creen en cosas diferentes, porque se les dijo que creyesen en ellas cuando eran niños. A los niños musulmanes se les dice cosas diferentes de las que se les dicen a los niños cristianos, y ambos grupos crecen absolutamente convencidos de que ellos tienen razón y los otros se equivocan. Incluso entre los cristianos, los católicos creen cosas diferentes de las que creen los anglicanos, los episcopalianos, los shakers, los cuáqueros, los mormones o los holly rollers, y todos están absolutamente convencidos de que ellos tienen razón y los otros están equivocados. Creen cosas diferentes exactamente por las mismas razones por las que tú hablas inglés y tu amiga Ann-Kathrin habla alemán. Cada una de los dos idiomas es el idioma correcto en su país. Pero de las religiones no se puede decir que cada una de ellas sea la correcta en su propio país, porque cada religión afirma cosas diferentes y contradice a las demás. María no puede estar viva en la católica Irlanda del Sur y muerta en la protestante Irlanda del Norte.

¿Qué se puede hacer con todo esto? A ti no te va a resultar fácil hacer nada, porque sólo tienes 10 años. Pero podrías probar una cosa: la próxima vez que alguien te diga algo que parezca importante piensa para tus adentros: "¿Es ésta una de esas cosas que la gente suele creer basándose en evidencias? ¿O es una de esas cosas que la gente cree por la tradición, autoridad o revelación?" Y la próxima vez que alguien te diga que una cosa es verdad, prueba a preguntarle "¿Qué pruebas existen de ello?" Y si no pueden darte una respuesta, espero que te lo pienses muy bien antes de creer una sola palabra de lo que te digan.

Te quiere,
Papá.

20060911

Historia de las Villuercas

Cronológicamente, de mas antiguo a mas moderna, la historia de Cañamero y pueblos de la comarca de Las Villuercas, podemos dividirla en las siguientes etapas cuya duración comprende varios miles o centenares de años según los conocimientos que de ellas tengamos:

- El Paleolítico: Industria lítica de las Rañas.

- Neolítico- Edad del Bronce: Las pinturas rupestres de las Villuercas, castros, minas, industria lítica y de bronce.

- Edad del Hierro: Castros prerromanos.

- Época romana: Explotación del territorio (vilas y poblados).

- Época visigoda: Los santos de Berzocana.

- Época árabe: Hizn Lukrusan, Cañamero, Cabañas y Zuferola

- La reconquista del territorio: El Concejo de Trujillo.

- La Puebla de Guadalupe y las Villas de Cañamero y Berzocana.

Paleolítico:

Las primeras huellas de los pobladores de Las Villuercas se han localizado en las rañas de Alía y de Cañamero, se trata de abundantes cantos de cuarcita tallados, posiblemente de edad paleolítica, superior a los 100.000 años de antigüedad. Estos útiles fueron trabajados por pueblos nómadas dedicados a la caza. El clima no era como el actual, media Europa estaba cubierta de hielo, y el hombre buscaba refugio en cuevas profundas como las localizadas junto al río Ibor y en La Calera, pero todavía no poseemos datos fehacientes de su estancia más o menos duradera en estas cuevas de Las Villuercas.

Neolítico-Bronce:

Hace unos 5.000 años el clima se hizo progresivamente más cálido y el hombre se sedentariza, conoce la agricultura y el pastoreo. Las Villuercas son visitadas durante el neolítico, y es en el periodo siguiente o calcolítico (hace unos 3.500 años) cuando muchos de sus montes son habitados, construyéndose poblados amurallados con numerosas viviendas donde aparecen utensilios domésticos, armas, grabados rupestres, etc. El hombre calcolítico coloniza por completo la comarca de Las Villuercas, pues hemos encontrado sus estilizadas pinturas rupestres prácticamente en todas las cuevas y abrigos de estas sierras: el Cerro del Castillo de Cañamero, Las Cuevas de la sierra del Pimpollar, Cueva de Alvarez, Cancho de la Burra, La Madrastra, Risquillo de Paulino, Cueva de los Caballos, Los Morales, Era del Gato, Cancho del Reloj...

Durante la edad del bronce muchos de estos poblados calcolíticos continúan habitados, nuestra tierra ofrece abundante caza, picos inexpugnables y covachas donde guarnecerse, y sobre todo cobre y estaño para fabricar y comerciar con utensilios de bronce. Con este fín comienzan a explotarse los yacimientos de estaño del Cerro de San Cristóbal, de Logrosán, donde D. Vicente Sos Baynat encontró, al realizar trabajos mineros en 1950-62, puntas de flechas, hachas y escoplos de bronce, escorias y moldes de fundición, etc...

A finales de la edad del bronce los habitantes de esta comarca comercian con Tartessos, sus reyezuelos atesoran lujosas y pesadas joyas de oro entre las que destacan los torques de Berzocana, encontrados con otros utensilios de bronce en una pedrera próxima al puerto, paso obligado desde la prehistoria. De esta misma época (siglo IX a.C.) es la famosa “piedra” o estela del guerrero encontrada por D. Mario Rosso de Luna en un monte próximo a Solana, en la que se representa uno de estos reyes provisto de su carro, lanza, espada, escudo y casco. En la Colonia de Cañamero fue localizada por D. Juan Maldonado Otero, con varios útiles mineros, una interesante inscripción con caracteres íbero-tartéssicos (tarira).

Estos hallazgos confirman los contactos comerciales y culturales que existieron entre los pobladores de nuestra comarca y el mítico reino de Tartessos, situado en la desembocadura del Guadalquivir, donde afluían los navegantes del Mediterráneo para adquirir el valioso estaño con el que elaboraban sus metalurgias de bronce.
Edad del Hierro:

La comarca de Las Villuercas entra de lleno en la Historia 200 años antes de Jesucristo, en plena edad del hierro, cuando los autores griegos y romanos nos hablan de las tribus de los vettones que habitaban el territorio que se extiende desde las estribaciones meridionales de la sierra de Gredos (La Vera) hasta el Guadiana.

Los vettones son fundamentalmente un pueblo de ganaderos, como lo demuestran los toros y berracos que labraban en roca granítica y han sido encontrados en su zona de ocupación. Viven en poblados o castros rodeados de murallas y profundos fosos, situados en cerros estratégicos circundados por ríos que aumentan sus defensas naturales: Castro de la Dehesilla junto al río Berzocana y el Castillejo de Retamosa junto al Almonte. A lo largo de este río pueden contarse más de diez de estos poblados. En Madrigalejo a orillas del río Ruecas existe uno (El Castillejo), donde se encontró un curioso berraco y unas arracadas de oro. También encontramos otro castro, llamado el Castrejón, en Alía, en las proximidades del río Guadalupejo, del que sólo quedan restos de su muralla y del foso exterior.

Época Romana:

Los vettones, aliados con sus vecinos los lusitanos, luchan a las órdenes de Viriato contra los romanos, siendo sometidos en el año 139 a.C. con el asesinato de este caudillo, y a partir de entonces, nuestra tierra poco a poco se romaniza, pasando los vettones a militar en las legiones romanas y a adoptar las costumbres de los invasores.

Nuestra comarca es englobada en el territorio de Emérita Augusta, aposentándose los romanos en las tierras más ricas de la penillanura circundante a las sierras: Abundantes restos arqueológicos de villas y explotaciones mineras romanas se localizan en los alrededores de Logrosán, Cañamero, Berzocana, Solana, Retamosa, Navalvillar y Castañar de Ibor, Alía y La Calera.

La primera referencia escrita que encontramos en las fuentes clásicas sobre estas sierras nos la da el griego Estrabón, hacia el año 18 de nuestra era, en su Geographika, donde nos relata: “El Anas es también navegable, su orilla septentrional va también bordeada por montes metalíferos que se extienden hasta el Tágos”. Esta descrpción concuerda con nuestras sierras, y añade “ Las comarcas donde hay metales son por naturaleza ásperas y estériles...” refiriéndose al carácter agreste y salvaje de éstas en la antiguedad.

Posiblemente fuera montes la primitiva denominación de estas sierras, nombre repetido en los escritos medievales y que ha llegado hasta nosotros como Montes de Toledo y el hidrónimo Al-monte, río que tiene su nacimiento en las mismas Villuercas o Montes de Guadalupe.

Parece ser que en época romana nuestra comarca sólo tenía interés por la riqueza de sus minas de galenas argentíferas, como la localizada en tierras de Berzocana con una interesante necrópolis del siglo IV d.C.

Las vías de comunicación de aquella época rodean siempre la agreste sierra de Las Villuercas, por el norte la calzada de Mérida-Toledo, que cruzaba el Tajo por el vado de Albalat y conducía a la ciudad de Augustóbriga (Talavera la Vieja), actualmente anegada por las aguas del pantano de Valdecañas; por el sur otro ramal Mérida-Toledo pasaba por los puertos de Puertollano (Cañamero) y de San Vicente (Alía) con desviación hasta Augustóbriga.

Época Visigoda:

Los visigodos también han dejado muestras de su presencia en nuestra tierra: los escritos de san Isidoro, hermano de san Fulgencio y santa Florentina, nos dicen que el rey suevo Miró atacó y dominó a los rucones en el año 572 con objeto de evitar que el rey godo Leovigildo se apoderase de la Vettonia. Algunos investigadores suponen que estas tribus estuvieron aposentadas a orillas del río Ruecas, del cual recibieron su nombre.

Visigodo es el sarcófago de mármol que guarda los restos de san Fulgencio y santa Florentina en el altar de los santos de la iglesia de Berzocana, y posiblemente también sería una talla visigoda la Virgen encontrada por Gil Cordero en otro sarcófago en Guadalupe, según cuenta la leyenda de esta imagen. Restos de necrópolis visigodas con vasijas y objetos de adorno han aparecido en otros muchos lugares próximos a Las Villuercas, así como una artística basílica en Portera, tierras de Garciaz.

Época Arabe:

Los siglos de dominio árabe dejaron también en nuestra comarca abundantes vestigios arqueológicos y una rica y variada toponimia. El borde occidental de estas sierras está cuajado de castillos y poblados árabes: Castillo de Cañamero, Los Castillejos, El Terrero, Cancho del Reloj, Risco del Moro, Castillo de Cabañas, Poblado de Arbella y finalmente la fortaleza de Al-Balat junto al Tajo. Tambien fue árabe el Hisn (castillo) de Lukrushan situado en la cumbre del cerro de San Cristóbal citado en las crónicas de los geógrafos de la época.

Nuestra región fué poblada por las tribus beréberes de los Nafza que se extendieron desde el Guadiana hasta el Tajo, se dedicaban al pillaje realizando razias en territorio de cristianos, siendo su centro de operaciones el castillo de Trujillo.

El castillo árabe de Cabañas en 1184 lo poseía el conde D. Fernando Ruiz de Castro, pero en 1185 fue donado a la Orden de Trujillo. Volvió a los tres años a poder de los musulmanes quienes fueron expulsados de él por D. Alfonso IX de León, quien en 1194 lo devolvió a la Orden del Pereiro para que lo defendiese de los sarracenos. En 1196 debió apoderarse de él el emir almohade Yaqub ben Yusuf, triunfante en la batalla de Alarcos, durante la correría que hizo por nuestra tierra sin encontrar resistencia.

La Reconquista:

En el año 1.220 “vino Sancho Fernández, fillo del Rey Don Fernando, fillo del Emperador, a Toledo, e dixo, que iba al rey de Marruecos, quel avíe de dar grandes haberes, e creyéndole muchos cristianos e muchos judíos, más de XL milites, e puso con ellos que fuesen con el a Sevilla, mas el descaminó, e fue a Cañamero, un castiello ermo, e poblolo, e fizo mucho mal a moros e a christianos, e fue un día martes a muent, e vino un oso, e mató a Sancho Fernández. E a tercer día joves vino el rey de Balladozo con grand poder de moros e prisó Cañamero e descabezolos a todos”.

Este episodio, que sólo conocemos a través de los Anales Toledanos II, es uno de los sucesos más pintorescos de la reconquista de las Villuercas que protagonizó el hermano del rey Alfonso IX de León, hijo de Fernando II y de Doña Urraca López de Haro. Probablemente Sancho Fernández pretendía conquistar las tierras de la frontera entre los sarracenos y el reino de Toledo y fundar un señorío propio, especie de reino taifa cristiano, pero durante una cacería en las Villuercas un oso mató al infante leonés y trucó su proyecto colonizador.

Tres días después el gobernador musulmán de Badajoz, que debía estar harto de vecino tan molesto, tomaba el castillo de Cañamero y decapitaba a todos sus defensores, y la tierra de nadie que quiso apropiarse, entre las frontera musulmana y cristiana, siguió despoblada.

El día 25 de Enero de 1.232 las Ordenes Militares de acuerdo con el obispo de Plasencia conquistan la ciudad de Trujillo y todo su término, quedando desde entonces la mayor parte de estas sierras incorporadas a la jurisdición territorial de Trujillo, excepto la zona oriental que quedó bajo la del Concejo de Talavera.

Los lugares de Berzocana, Cañamero, Logrosán y Garciaz comienzan a poblarse de castellanos procedentes de las tierras de Trujillo, Plasencia, Avila y Talavera y en poco tiempo llegan a ser los principales núcleos de población de la jurisdición de Trujillo. La tierra se dividió en grandes latifundios que fueron entregados a los caballeros que intervinieron en la conquista de Trujillo. Cada una de estas fincas, recibe desde entonces, el nombre de “Caballería”, como las que comprendían las actuales dehesas de La Olivilla, El Aguijón, Miralrío, Los Cerros de Cubilar, La Higueruela, etc...

En el año 1268, reinando Alfonso X el Sabio, se deslinda el término de Trujillo del de Talavera, estableciéndose una línea divisoria que de sur a norte pasa por la “raña alcornocosa” cerca del “puerto de Cañamero” (Puertollano), el arroyo Valtravieso, “et commo va en su derecho a la cabeza de la Brama, commo vierten las aguas las unas a Tajo y las otras a Guadiana”. Es decir, esta línea dividió el territorio de las Villuercas en un momento en el que todavía no se había descubierto la imagen de la Virgen de Guadalupe, la cual aparece hacia 1325 y, curiosamente, sobre un punto de esta misma línea de separación de términos.

En el año 1337 el rey Alfonso XI, que cazaba osos por estas sierras, manda dar al Monasterio de Guadalupe media legua de terreno a su alrededor, tomándola de los términos de Trujillo y de Talavera.

Nuestra historia continúa, pasando a ser, desde entonces, el Monasterio de Guadalupe el centro religioso, cultural y económico de la comarca de Las Villuercas.

20060910

Los distintos vinagres


En la cocina, la mayoría de vinagres son intercambiables, aunque los hay más adecuados para platos concretos: carnes rojas, encurtidos, pescados, sopas, platos agridulces...



11 de diciembre de 2003

El vinagre es uno de los condimentos más usados en la cocina ya que proporciona a los alimentos a los que se les adiciona un sabor y un aroma particular. También se viene usando desde antiguo, tanto en la cocina como en la industria alimentaria, como excelente conservante ya que impide la proliferación de microorganismos, aumentando así la vida útil del alimento.

La elaboración del vinagre

El principal componente que le da el carácter, el sabor ácido característico y el poder conservante a este producto es el ácido acético que suele estar en una proporción del 5 al 6 por ciento.
En la elaboración del vinagre se suceden dos fermentaciones: alcohólica y acética. En primer lugar, ciertas levaduras, añadidas a los alimentos o que se encuentran presentes en el aire o en el propio alimento, transforman el azúcar de los alimentos en alcohol. Cuando estas bebidas alcohólicas se someten a una segunda fermentación, fermentación acética, las bacterias implicadas (acetobacterias) producen ácido acético además de otros compuestos, la mayoría de ellos volátiles, dando como resultado el vinagre.

En la variedad está el gusto

En nuestro país, el vinagre más consumido es el vinagre de vino, a diferencia de Estados Unidos, donde se fabrican vinagres a partir de distintos cereales. En los países de Latinoamérica, el más popular es el vinagre destilado de alcohol de caña y el vinagre de arroz es muy usado en la gastronomía de los países asiáticos.

Existen muchos tipos de vinagres según el uso que se les vaya a dar y según la materia prima que se utilice para su elaboración. La principal diferencia entre uno y otro está en la concentración de ácido acético, sustancia que determina el carácter del producto.

  • El vinagre blanco destilado es el más usado en el hogar. Este vinagre, de un tono casi transparente, se destila antes de que todo el alcohol se haya convertido en ácido acético. Este proceso aumenta mucho el contenido en ácido acético, y a esto se debe el sabor fuerte y pronunciado de estos vinagres. Se elaboran generalmente a partir de la caña de azúcar, el maíz o la melaza, y son los más empleados en la elaboración de encurtidos, salsas envasadas, etc.

  • El vinagre de vino o de uva, se obtiene exclusivamente por fermentación de la uva y del vino. Es el tipo de vinagre más usado en la gastronomía de distintos países de Europa, en particular en Francia e Italia. Según el vino que se utilice se obtienen vinagres distintos a los que se les da diferentes aplicaciones; el vinagre de vino tinto realza el sabor de las carnes rojas; el de vino blanco resulta ideal para elaborar ciertas salsas (mayonesa, holandesa)... El vinagre de cerezas en España, balsámico en Italia, vino tinto en Francia, etc. Muy apreciado por su ligero sabor acaramelado es el vinagre de Jerez, y el vinagre de vino Rioja, que se caracteriza por su tono teja brillante y un sabor muy definido. Excelente para el paladar es el vinagre balsámico de Módena, un vinagre de origen italiano de consistencia espesa y un bouquet muy apreciado. Se elabora con mosto fresco de uva que se hierve para concentrar el contenido de azúcar y el sabor y se deja envejecer de 6 a 12 años.

  • El vinagre de manzana o de sidra es muy consumido por su suave y delicado sabor. Se puede elaborar a partir de la pulpa de manzana o su zumo, cuyo azúcar se convierte primero en alcohol y posteriormente en ácido acético, o a partir de la sidra o mosto de manzana fermentado. A las ensaladas les proporciona un toque a manzana y combina muy bien con pescados, carnes blancas y salsas suaves.

  • El vinagre de arroz es típico de países asiáticos como China o Japón donde se incluye en la mayoría de platos populares de la gastronomía propia de estos países. Se trata de un vinagre con sabor suave y algo dulce y con un color que oscila entre el blanco, dorado pálido o rojizo, según se elabore solo con arroz o se combine con otros cereales como el trigo, el sorgo o el mijo.

Cualquier vinagre se puede aromatizar o condimentar con hierbas aromáticas (romero, tomillo, estragón, albahaca...), especias (ajo, pimienta, chiles...), frutas (frambuesa, manzana, plátano, naranja, piña, zarzamoras, limón...) u otros condimentos como azúcar o miel. El resultado es un vinagre aromatizado que dan un toque especial a los alimentos o a los platos a los que se añade.