20071029

La Tierra se muere de Humanidad

Naciones Unidas pronostica la ruina de la especie y del planeta. Un nuevo informe advierte que la sexta extición masiva de especies puede estar a las puertas, si no se supedita todo a la sostenibilidad ecológica de aquí al año 2050.

No hay crisis medioambiental. No hay crisis de desarrollo económico. No hay crisis energética. Son tres cabezas de la misma hidra, de una sola gran crisis que lo explica todo. Hay una crisis de Humanidad. Un suicidio masivo que era lento empieza a acelerarse vertiginosamente, avisa el último estudio del Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP, por sus siglas en inglés).
En 1987 apareció el informe Bruntland sobre el futuro común del planeta. Veinte años después la ONU lanza este Geo-4, que llena 572 páginas. Han tenido participación directa en él 390 científicos. Los que han participado indirectamente son más de 1.000. Y sus conclusiones son para echarse a llorar: no sólo no se han cumplido las expectativas de respuesta a los problemas de hace veinte años, sino que aquellos propósitos ya están peor que obsoletos. Es como si hubiéramos pasado de tener dolor de cabeza a cáncer antes de aprender ni siquiera a abrir el tubo de aspirinas.
En la presentación pública del informe de la UNEP, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, advirtió de que esta situación «compromete décadas de avances de la Humanidad, mina los cimientos de la lucha contra la pobreza y podría llegar a poner en peligro la paz internacional y la seguridad».

Voracidad económica
La alerta más destacada es que la Humanidad vive por encima de sus posibilidades y de las del planeta. El hambre en el mundo dejará de ser pronto una injusticia para ser algo que ninguna revolución podría resolver. Ya son muchas las muertes evitables por falta de recursos como el agua. Y pueden llegar a ser muchas más.
Hacen falta 21,9 hectáreas para producir los recursos necesarios para las necesidades de una sola persona. Al ritmo actual de crecimiento demográfico, la Tierra puede ofrecer 15,7 hectáreas por persona. Ante ello las personas no sólo no nos apretamos el cinturón, sino que aún despilfarramos más los recursos. Las cuentas no salen, ni pueden salir de ningún modo.
El agua es un punto particularmente crítico. El 70 por ciento de la que se usa es para regar, pero resulta que los Objetivos del Milenio de la misma ONU exigen doblar la producción de alimentos de aquí a 2050. ¿De dónde va a salir el agua, si ahora ya escasea, y en 2025 su uso sólo para beber habrá crecido un 50 por ciento en los países desarrollados, y un 18 por ciento en los que están en vías de desarrollo?.

Agua, poca y contaminada
La UNEP advierte que la escasez de agua potable pronto será «intolerable» en los países secos, como es el caso de España. ¿Llegaremos a hacer la guerra no por el petróleo sino por el agua? Claro que mucho antes de sufrir la carencia del recurso habrá que acostumbrarse a que su sabor y su calidad desciendan en picado. El agua contaminada supone ya hoy la primera causa de enfermedad y de muerte en el mundo.
Hay muchas especies amenazadas de extinción, a una velocidad cien veces más rápida de lo normal. Los niveles de pesca casi triplican lo sostenible para seguir garantizando que haya peces en los océanos. Está amenazada la continuidad del 30% de los anfibios, el 23% de los mamíferos y el 12% de las aves. Una de las razones es el intrusismo entre especies, a veces provocado accidentalmente por la globalización, a veces determinado por la acción del hombre, ya sea como supremo agente contaminante, ya sea como supremo predador de los ecosistemas.
Ésta es la primera vez que la UNEP desglosa para las distintas regiones del mundo sus previsiones de impacto negativo del cambio climático. En Europa dibuja un escenario dantesco de hiperproducción e hiperconsumo. Las consecuencias son un gasto energético delirante y el colapso de las grandes ciudades por los problemas de transporte y por el rápido deterioro de la calidad del aire.
En África el reto más dramático sigue siendo cómo dar de comer a la gente. La producción de comida per cápita ha descendido un 12% desde el año 1981, cuando ya estaba muy lejos del ideal. La degradación y desertización de la tierra cultivable avanzan a un ritmo galopante y descorazonador.

Ciudades irrespirables
La zona de Asia y el Pacífico tiene que prepararse para hacer frente a metrópolis cada vez más irrespirables y al dramatismo en la falta de agua y de tierra. La degradación de los ecosistemas es ahí especialmente rápida en concordancia con un desarrollo industrial y tecnológico tardío pero brutal, y que no atiende a razones.
Toda la América latina y el Caribe se consideran especialmente vulnerables a los efectos del calentamiento global, particularmente la degradación de las costas y la polución marina. También hay muchas amenazas para la biodiversidad derivadas del efecto explosivo de los gases invernadero y del crecimiento ingobernable de las megalópolis.
En las zonas polares la factura del cambio climático será estremecedora: sin necesidad de llegar a la temida fusión de los polos, la salud de sus pobladores ya está muy amenazada por la alta concentración de mercurio y otras sustancias contaminantes en el entorno del que obtienen toda su alimentación. Mientras que el agujero de la capa de ozono necesitará no menos de cincuenta años para recuperarse.
El informe traza hasta cuatro posibles escenarios de aquí a 2050. La conclusión es que, o se prioriza de una vez la sostenibilidad, sea cual sea el coste en términos de crecimiento económico, o habrá que atenerse a las consecuencias: la Tierra ha experimentado cinco extinciones masivas de especies en 450 millones de años. La última fue hace 65 millones de años. La sexta puede estar a la vuelta de la esquina.

ABC-20071029
http://www.pnuma.org/GEO4/

20071016

Estadios de Kierkegaard

Sören Kierkegaard publicó en 1945, bajo el pseudónimo de Hilarius Bogbinder, su escrito Estadios en el camino de la vida. En él describe los tres tipos de existencia que el hombre puede llevar: la estética, la ética y la religiosa.

En el siguiente cuadro se presentan las características y se hace una comparación de estos tres tipos de existencia. Debajo se encuentra una breve explicación de cada uno de los elementos que lo componen.



Flechas unidireccionales: El camino no es reversible, no se puede retornar a un estadio anterior. Quien ha pasado del estadio estético al ético, por ejemplo, no volverá jamás a recuperar la ingenuidad del esteta y, si actúa mal, ya no será un "pícaro" sino un pecador.

Estadio estético: El esteta busca el placer y escapa del dolor. Por ello se apega al instante y corre detrás de lo que le promete más placer. Si en su camino se cruza con algo más prometedor, cambia de dirección y va tras ello. El esteta no se construye a sí mismo, se desarrolla por obra de la necesidad y no de la libertad, transformándose en lo que ya es. No tiene un proyecto a largo plazo. Un modelo de hombre estético es Don Juan, el "picaflor" que disfruta conquistando mujeres pero no contrae matrimonio, que rehuye el compromiso y sólo busca el placer. El Fausto de Gœthe es una versión más intelectual y refinada de hombre estético. Él disfruta el placer de las ideas: las estudia, las goza, pero no toma a ninguna por verdadera, ninguna de ellas se transforma para él en una verdad en pos de la cual deba comprometer su existencia. También él busca el placer y escapa del compromiso. Pero el ejemplo más extremo de esteta es El Judío Errante. Según una leyenda medieval, cuando Jesús iba camino del Calvario cayó frente a la casa de un zapatero de Jerusalén que de mala manera le dijo: «¡Anda!». Jesús respondió: «Tú también andarás hasta que yo vuelva.» Este judío aún vive y, como es un hombre estético, no disfruta de su longevidad. Está harto de todo, lo ha probado todo y ya nada llama su atención. Quiere morir, pero no puede. La vida del esteta lleva a la desesperación. Tarde o temprano se cansa de correr tras un placer que, cuando es alcanzado, se desvanece.

Estadio ético: El hombre ético vive la diferencia absoluta entre el bien y el mal. Ordena su vida al cumplimiento del deber, respetando la moral (lo universal) y renunciando a ser una excepción. No es, se hace con sus opciones libres, se construye, llega a ser algo nuevo. Tiene proyecto, respeta la palabra empeñada, toma decisiones. Opta («o lo uno o lo otro») y luego reafirma sus opciones en la repetición. Así el esposo, por ejemplo, no sólo elige su mujer en el momento de contraer matrimonio, sino que día a día repite esa opción, la confirma, viviendo en fidelidad a ella.

Estadio religioso: El hombre religioso por la fe cambia desesperación por esperanza y angustia por confianza en la providencia de Dios. Vive de cara a Dios. Ama a Dios y no quiere ofenderlo. Sabe que su deber absoluto no es obedecer a la ley sino obedecer a Dios. Si Dios le pide algo excepcional, incluso algo que contradiga la ley, algo que plantee una excepción a la norma general, él responde, aunque no llegue a entender por qué Dios le pide semejante cosa. El modelo de hombre de fe es Abraham, "El Padre de la Fe". Dios le pidió que sacrificara a su pequeño hijo, Isaac, y él, contra toda razón y contra su propia sensibilidad de padre, llevó al niño hasta el monte del sacrificio (Kierkegaard reflexiona en profundidad sobre este relato bíblico en su obra Temor y temblor). Su caso fue el prototipo de la "suspensión teológica de la ley moral". El hombre religioso está —como dice san Pablo— por sobre la ley, pues obra por amor, no por deber u obligación.

Desesperación: El esteta vive en el instante buscando "cazar" sensaciones placenteras, pero como las sensaciones y los instantes son escurridizos, se queda una y otra vez con las manos vacías. Por ello su existencia lo conduce hacia la desesperación. La desesperación es el estado propio de quien ya no espera nada pero no sabe otra cosa que esperar. La desesperación pone en juego a la persona toda y no sólo a su inteligencia, como hace la duda. Ella es el camino para llegar al estadio ético. Por eso Kierkegaard aconseja a quien desespera: “Elige la desesperación. La desesperación misma es una elección, ya que se puede dudar sin elegir, pero no se puede desesperar sin elegir. Desesperándose uno se elige de nuevo, se elige a sí mismo, no en la propia inmediatez, como individuo accidental, sino que se elige a sí mismo en la propia validez eterna.” Eligiéndose a sí mismo en su propia validez eterna el hombre entra en contacto con lo general, renuncia a ser una excepción, y adquiere la estabilidad propia de la vida ética.

Angustia: “La angustia es el vértigo de la libertad, un vértigo que surge cuando la libertad echa la vista hacia abajo por los derroteros de su propia posibilidad, aferrándose a la finitud para sostenerse. En ese vértigo la libertad cae desmayada y cuando se incorpora de nuevo ve que es culpable.” El hombre ético teme hacerse culpable, ya que la culpa es lo contrario de la libertad. Pero, al mirar el futuro, ve a la culpa como una posibilidad, y se angustia. Colocándolo frente a sus propios límites, la angustia pone al hombre ante lo único inconmovible (Dios), empujándolo a dar el salto desesperado de la fe, el salto a la existencia religiosa.


20071002

Una vez es nunca

No existe posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor presentase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero ¿Que valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni siquiera boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro.

<Einma ist keinmal>. Lo que sólo ocurre una vez es como si no ocurriera nunca. Si el hombre sólo puede vivir una vida es como si no la viviera en absoluto.

La insoportable levedad del ser (Milan Kundera)