20110328

Perecoll, el pintor que solo utiliza el negro


Más sobre él y sus cuadros en su web: http://www.perecoll.info/
Y en este vídeo de RTVE:


20110327

Desgranando la complejidad (Victor González)

¿Qué lógica sigue el movimiento de una bandada de pájaros? ¿Y un hormiguero?.
Emergencia, sistemas complejos a partir de reglas simples locales funcionando interactivamente.



Visto en http://hiperesfera.wordpress.com/

20110324

La vida secreta del Caos.

Conceptos tales como caos, sistemas complejos, emergencia, fractales, evolución, efecto mariposa y auto-organización explicados a través del camino marcado por las investigaciones de los nuevos pitagóricos(*) del siglo XX: Touring, Belousov, Lorenz y Mandelbrot salen a relucir en este didáctico y entretenido documental (dividido en 7 partes de 9 minutos) de la BBC.

*Pitagóricos como los miembros de la secta griega que veía en las matemáticas la esencia y explicación de la naturaleza.

La vida secreta del Caos 1/7

La vida secreta del Caos 2/7

La vida secreta del Caos 3/7

La vida secreta del Caos 4/7

La vida secreta del Caos 5/7

La vida secreta del Caos 6/7

La vida secreta del Caos 7/7

(Visto en http://carmesi.wordpress.com/)

20100519

El peor error de la historia de la especie humana. Jared Diamond

A la ciencia le debemos cambios dramáticos en nuestra complaciente autoimagen. La astronomía nos enseñó que la tierra no es el centro del universo, sino simplemente uno de mil millones de cuerpos celestes. De la biología aprendimos que Dios nos no creó especialmente sino que evolucionamos al mismo tiempo que otros 11 millones de especies. Ahora la arqueología derrumba otra creencia tabú: que la historia humana de los últimos millones de años ha sido una larga serie de progresos.

En particular, recientes descubrimientos sugieren que la adopción de la agricultura, supuestamente nuestro paso más decisivo hacia una vida mejor fue, en muchos sentidos, una catástrofe de la cual nunca nos hemos recuperado. Con la agricultura vinieron las graves desigualdades sociales y sexuales, la enfermedad y el despotismo, que maldicen nuestra existencia. En un primer momento, las evidencias contra esta interpretación revisionista les parecerán a los estadounidenses del siglo XX como irrefutables. Estamos en mejor situación, en casi todos los aspectos, que la gente de la Edad Media, que a su vez, estaban mejor que los hombres de las cavernas, y éstos estaban mejor que los monos.

Veamos nuestras ventajas. Gozamos de alimentos más abundantes y más variados, de mejores herramientas, de bienes materiales, algunos gozamos de las vidas más largas y saludables de la historia. La mayoría de nosotros estamos a salvo de las hambrunas y de los depredadores. Realizamos la mayor parte del trabajo con la energía del petróleo y de las máquinas, no con nuestro sudor. ¿Qué neoludita actual cambiaría su vida con la de un campesino medieval, con la de un hombre de las cavernas, o la de un mono?

Durante la mayor parte de nuestra historia nos hemos valido de la caza de animales y la recolección de plantas silvestres, una vida que los filósofos tradicionalmente consideran desagradable, embrutecedora y corta. Puesto que los alimentos no se producen y apenas se almacenan, no hay en esta forma de vida ningún descanso en la lucha diaria para encontrar alimentos silvestres y evitar morir de hambre. Salimos de esta miseria hace solo diez mil años, cuando en diversas partes del mundo la gente comenzó a domesticar las plantas y los animales. La revolución agrícola se extendió gradualmente hasta hoy en que casi es universal, y sobreviven pocas tribus cazadoras-recolectoras.

Desde la perspectiva desarrollista en la que me eduqué, la pregunta “¿por qué la práctica totalidad de los cazadores-recolectores adoptó la agricultura?” es una pregunta estúpida. Es evidente que la adoptaron porque es una manera más eficiente de conseguir más alimento con menos trabajo. Las cosechas de cultivos rinden muchas más toneladas por hectárea que la recolección de raíces y bayas. Sólo hay que imaginar una horda de cazadores primitivos, agotada por la búsqueda de frutos silvestres y la caza de animales salvajes, descubriendo de repente, por primera vez, un huerto lleno de frutales o un pastizal lleno de ovejas. ¿Cuántos milisegundos piensa usted que tardaría en apreciar las ventajas de la agricultura?

La ortodoxia desarrollista a veces va tan lejos como para asociar la agricultura con el notable florecimiento del arte que ha tenido lugar durante el último milenio. Dado que los cultivos pueden ser almacenados, y que lleva menos tiempo recoger alimentos de un jardín que encontrarlos en la naturaleza, la agricultura nos dio tiempo libre, cosa que los cazadores-recolectores nunca tuvieron. Por lo tanto,fue la agricultura la que nos ha permitido construir el Partenón y componer la Misa en Si Menor.

Aunque el punto de vista desarrollista sobre el asunto parece abrumador, sin embargo es difícil de probar. ¿Cómo demuestra usted que la vida de la gente de hace diez mil años mejoró cuando abandonó la caza y la recolección para cultivar? Hasta hace poco, los arqueólogos han tenido que recurrir a pruebas indirectas, cuyos resultados (sorprendentemente) no apoyaban el punto de vista desarrollista.

Dispersas a través del mundo, varias docenas de tribus de gente supuestamente primitiva, como las bosquimanos de Kalahari, continúan viviendo de esa manera. Resulta que esta gente tiene un montón de tiempo libre, duerme mucho, y trabaja menos duramente que sus vecinos que cultivan. Por ejemplo, el tiempo medio dedicado cada semana a obtener el alimento es solamente de 12 a 19 horas para un grupo de bosquimanos, 14 horas o menos para los nómadas Hadza de Tanzania. Un bosquimano, cuando fue preguntado por qué no habían emulado a las tribus vecinas adoptando la agricultura, contestó: “¿Por qué deberíamos hacerlo, cuando hay tantas nueces del mongongo en el mundo?”.

Mientras que los agricultores se concentran en cosechas altas en carbohidratos, como el arroz y las papas, la mezcla de plantas y animales silvestres en las dietas de los cazadores-recolectores que quedan proporcionan más proteínas y un mejor equilibrio de los demás nutrientes. En un estudio, el promedio de la ingesta diaria de comida de los bosquimanos (durante un mes en que el alimento era abundante) era 2.140 calorías y 93 gramos de proteína, considerablemente de mayor que la dieta diaria recomendada para la gente de su tamaño. Es casi inconcebible que los bosquimanos, que comen más o menos 75 plantas silvestres, pudiesen haber muerto de hambre como cientos de miles de agricultores irlandeses y sus familias, durante la hambruna de la patata en 1840.

Así pues, por lo menos la vida de los cazadores-recolectores actuales que han sobrevivido, no es tan mala y embrutecedora, a pesar de que los agricultores les han desplazado a los peores lugares. Pero las modernas sociedades de cazadores-recolectores, que se codean desde hace miles de años con las sociedades agrícolas, no nos dicen nada acerca de las condiciones antes de la revolución agrícola.

El punto de vista desarrollista está haciendo una suposición sobre la historia pasada: que la vida de la gente primitiva mejoró cuando cambiaron de la recolección a los cultivos agrícolas. Los arqueólogos pueden fechar el momento en que eso ocurrió distinguiendo en los restos de la basura prehistórica las plantas y animales salvajes de los domesticados. ¿Cómo se puede deducir la salud de los productores de la basura prehistórica y probar directamente de ese modo la hipótesis desarrollista? Esa pregunta ha podido ser respondida sólo recientemente, en parte con técnicas nuevas procedentes de la paleopatología: el estudio de muestras de la enfermedad en restos humanos primitivos. En algunas situaciones afortunadas, el paleontólogo tiene casi tanto material a estudiar como el patólogo de hoy.

Por ejemplo, los arqueólogos en los desiertos de Chile han encontrado momias bien conservadas, cuyas condiciones médicas en el momento de la muerte puede ser determinada por la autopsia. Y las heces de los indios muertos hace mucho tiempo, que vivieron en cuevas sin humedad en Nevada, siguen estando suficientemente bien preservadas como para ser examinadas en busca de anquilostomiasis y otras parasitosis.

Por lo general, los únicos restos humanos disponibles para su estudio son los esqueletos, pero éstos permiten un número sorprendentemente alto de deducciones. Para comenzar, un esqueleto revela el sexo de su dueño, el peso y su edad aproximada. En los pocos casos donde hay muchos esqueletos, uno puede construir las tablas de mortalidad como las que usan las compañías de seguros de vida para calcular la esperanza de vida y el riesgo de muerte en cualquier edad dada. Los paleopatólogos pueden también calcular tasas de crecimiento midiendo los huesos de la gente de diversas edades, examinar los dientes para determinar defectos del esmalte (indicativos de desnutrición en la niñez), y reconocer cicatrices dejadas en los huesos por la anemia, la tuberculosis, la lepra y otras enfermedades.

Este es un ejemplo sencillo de lo que han descubierto los paleopatólogos de los cambios en altura de los esqueletos a lo largo de la historia. Esqueletos de Grecia y Turquía muestran que la altura media de cazadores-recolectores hacia el final de las glaciaciones fueron unos generosos 175,25 cm para los hombres y 166 cm para las mujeres. Con la adopción de la agricultura, la altura se estancó, y para el 3000 adC había alcanzado un mínimo de sólo 160,5 cm para los hombres y 152,4 cm para las mujeres. En la época clásica la altura estaba subiendo muy lentamente otra vez, pero los griegos y los turcos modernos todavía no han recuperado la altura media de sus antepasados lejanos.

Otro ejemplo de investigación paleopatológica es el estudio de los esqueletos indios de los túmulos sepulcrales en los valles de del río Ohio en lllinois. En los montones de Dickson, situados cerca de la confluencia de los ríos de Illinois y el Spoon, los arqueólogos han exhumado unos 800 esqueletos que dibujan un panorama de los cambios en la salud que se produjeron cuando, alrededor de 1150 dC, adoptó el cultivo intensivo del maíz una cultura de cazadores-recolectores.

Los estudios de George Armelagos y sus colegas de entonces de la Universidad de Massachusetts muestran que estos primeros agricultores pagaron un precio por su reciente hallazgo alimenticio. En comparación con los grupos de cazadores que les precedieron, los agricultores presentaban un aumento de casi un 50% de defectos en el esmalte, indicativo de desnutrición, el cuádruple de anemia por deficiencia de hierro (demostrada por una enfermedad de los huesos llamada hiperostosis porótica), el triple de lesiones óseas, lo que indica, en general, enfermedades infecciosas, y un aumento en la morfología degenerativa de la columna vertebral, que refleja probablemente un excesivo trabajo físico duro.

Comparando con los cazadores-recolectores que los precedieron, los agricultores tenían menor esperanza de vida: La «esperanza de vida al nacer en la comunidad preagrícola era cerca de 26 años», dice Armelagos, «pero en la comunidad agrícola de 19 años. Por lo tanto los episodios de estrés nutricional y de enfermedades infecciosas afectaban seriamente su capacidad de supervivencia». La evidencia sugiere que los indios de los montes Dickson, como muchos otros pueblos primitivos, decidieron cultivar no por gusto sino por la necesidad de alimentar a su población constantemente creciente.

“No creo que la mayoría de los cazadores recolectores se pasaran a la agricultura, y cuando no les quedó más remedio, fue a costa de cambiar calidad por cantidad”, dice Marca Cohen de la Universidad del Estado de Nueva York en Plattsburgh, corredactora, con Armelagos, de uno de los libros fundamentales en su campo, “Paleopatología en los orígenes de la agricultura”. “Cuando inicié esta discusión hace diez años, la mayoría de la gente no estaba de acuerdo. Ahora se ha convertido en un respetable, aunque polémico argumento”.

Hay al menos tres tipos de razones que explican los desastrosos resultados de la agricultura para la salud. Primero, los cazadores-recolectores gozaron de una dieta variada, mientras que los primeros agricultores obtuvieron la mayoría de su alimento a partir de uno o unos pocos cultivos ricos en almidón. Ganaron calorías de mala calidad a costa de una nutrición pobre (apenas tres plantas altas en carbohidratos -trigo, arroz, y maíz- proporcionan actualmente el grueso de las calorías consumidas por la especie humana, pero cada una de ellas es deficiente en ciertas vitaminas o aminoácidos esenciales para la vida). En segundo lugar, debido a dependencia de un número limitado de cosechas, los granjeros corrieron el riesgo del hambre si una fallaba.

Por último, el mero hecho de que la agricultura permitiese a la gente agruparse en sociedades populosas, facilitaba la extensión de parásitos y de enfermedades infecciosas, muchos de los cuales eran luego transportadas por el comercio con otras sociedades de hacinamiento manteniendo contactos comerciales con otras sociedades, también populosas (algunos arqueólogos piensan que es el hacinamiento, en vez de la agricultura, el responsable de las enfermedades, pero se trata del problema de quien fue antes, el huevo o la gallina, porque el hacinamiento fomenta la agricultura, y viceversa). Las epidemias no pueden arraigar cuando las poblaciones se encuentran dispersas en pequeños grupos que constantemente están desplazando sus campamentos.

La tuberculosis y las enfermedades diarreicas tuvieron que esperar la aparición de la agricultura; el sarampión y la peste bubónica la aparición de las ciudades grandes.

Además de la malnutrición, el hambre y las enfermedades epidémicas, la agricultura ayudó a traer otra maldición a la humanidad: las profundas divisiones de clase. Los cazadores-recolectores tienen poco o ningún alimento almacenado, y tampoco fuentes concentradas de alimento, como una huerta o una manada de vacas: viven de las plantas salvajes y de los animales que obtienen cada día. Por lo tanto, no puede haber reyes, ni ninguna clase de parásitos sociales que engordan con el alimento robado a otros. Solamente con la agricultura puede vivir saludablemente una élite no productora, a costa de una población acosada por las enfermedades.

Los esqueletos de las tumbas griegas en Micenas 1500 adC sugieren que los reyes gozaban de una dieta mejor que sus súbditos, puesto que los esqueletos reales eran dos o tres pulgadas más altos y tenían los dientes mejor (en promedio les faltaba una, en vez de seis piezas). Entre las momias chilenas de hace mil años, la élite se distinguía no solamente por los ornamentos y las pinzas de oro del pelo, también por un índice cuatro veces menor en las lesiones óseas causadas por enfermedad. Similares contrastes en la nutrición y la salud persisten en la actualidad a escala mundial.

A los habitantes de los países ricos como EEUU les suena ridículo exaltar las virtudes de la caza y la recolección, pero los estadounidenses son una élite, dependiente del petróleo y minerales, que a menudo deben ser importados desde países con una salud y una alimentación más pobre. ¿Si se pudiese elegir entre ser campesino en Etiopía o un cazador-recolector bosquimano en el Kalahari, ¿cuál cree que sería la mejor opción?

La agricultura también pudo fomentar la desigualdad entre los sexos. Liberada de la necesidad de transportar a los bebés durante una existencia nómada, y bajo la presión de producir más manos para trabajar el campo, las mujeres campesinas tienden a tener embarazos más frecuentes que sus homólogas cazadoras-recolectoras, con los consiguientes problemas de salud. Entre las momias chilenas, por ejemplo, más mujeres que hombres tenían lesiones óseas provocadas por enfermedades infecciosas. A veces en las sociedades agrícolas se convirtió a las mujeres en bestias de la carga.

En las comunidades agrícolas de la actual Nueva Guinea, a menudo me asombro de ver a mujeres que se tambalean cargadas de verduras y leña mientras que los hombres caminan con las manos vacías. Una vez, durante un viaje de estudio sobre las aves, yo pagué a algunos aldeanos para llevar los suministros desde una pista de aterrizaje a mi campamento en la montaña. El objeto más pesado era una bolsa de 110 libras de arroz, que até a un poste y asigné a un equipo de cuatro hombres para que lo llevaran a hombros. Cuándo por fin alcancé a los aldeanos, los hombres llevaban las cargas ligeras, mientras una pequeña mujer, que pesaba menos que la bolsa de arroz, estaba doblada bajo ella, sosteniéndola a la espalda mediante una cuerda ?alrededor de sus sienes.

En cuanto a la afirmación de que la agricultura facilitó el florecimiento del arte al darnos más tiempo libre, los modernos cazadores-recolectores tienen por lo menos tanto tiempo libre como los agricultores. Poner el énfasis en el tiempo libre como factor crítico me parece un error. Los gorilas han tenido mucho tiempo libre para construir su propio Partenón, pero no les apeteció. Aunque los avances tecnológicos postagrícolas permitieron nuevas formas de arte y facilitaron su conservación, los cazadores-recolectores hace 15 mil años produjeron geniales pinturas y esculturas y los Inuit y los indios del Noroeste Pacífico todavía las producían en fechas tan recientes como el siglo pasado.

Así, con el advenimiento de la agricultura una élite llegó a estar mejor, pero para la mayoría de la gente fue peor. En vez de aceptar la hipótesis desarrollista de que elegimos la agricultura porque era lo mejor para nosotros, más bien deberíamos preguntarnos cómo fuimos atrapados por ella a pesar de sus inconvenientes. Una salida a la controversia puede ser: “Es cierto, la agricultura puede alimentar a muchas más personas que la caza, aunque con una peor calidad de vida” (la densidad de las poblaciones de cazadores-recolectores es rara vez mayor de una persona por cada diez millas cuadradas, mientras que los agricultores tiene densidades medias cien veces mayores).

En parte esto se debe a que un campo enteramente sembrado de cultivos comestibles permite alimentar muchas más bocas que un bosque con plantas comestibles dispersas. En parte es también porque los cazadores-recolectores nómadas tienen que tener los niños espaciados en intervalos de cuatro años mediante el infanticidio y otros medios, puesto que una madre debe llevar a su niño hasta que es bastante mayor para caminar con los adultos. Las mujeres agricultoras no tienen esa carga y pueden tener niños más a menudo, cada dos años.

Como las densidades de población de los cazadores-recolectores se incrementaron lentamente al final de la Edad de Hielo, las tribus tenían que elegir entre alimentar más bocas dando los primeros pasos hacia la agricultura, o bien, encontrar la forma de limitar el crecimiento. Algunas tribus eligieron la primera solución, incapaces de anticipar los males de la agricultura y seducidas por la abundancia transitoria que gozaron, hasta que el crecimiento de la población se incrementó con la producción creciente del alimento. Estas tribus desbordaron su territorio original y mataron o eliminaron a las tribus que eligieron seguir siendo cazadoras-recolectoras, porque cientos de agricultores subalimentados pueden dejar fuera de juego a un cazador sano.

No es que los cazadores-recolectores abandonaran su estilo de vida, sino que quienes no eran lo suficientemente sensatos para renunciar a él, fueron forzados a salir de todos los territorios excepto los que los agricultores no desearan.

En este punto es instructivo recordar la habitual crítica de que “la arqueología es algo superfluo porque se ocupa del pasado remoto y no ofrece lecciones para el presente”. Los arqueólogos que estudian el origen de la agricultura han reconstruido una etapa crucial en la que cometimos el peor error en la historia de la humanidad. Obligados a elegir entre la limitación de la población o tratar de aumentar la producción de alimentos, escogimos la última, y obtuvimos más hambre, la guerra y la tiranía.

Los cazadores-recolectores practicaron la forma de vida más duradera, acertada y larga de la historia humana. Por el contrario, todavía estamos luchando con el lío en el que la agricultura nos ha metido, y no sabemos si podremos solucionarlo.

Supongamos que un arqueólogo extraterrestre que nos ha visitado intenta explicar la historia humana a sus compañeros extraterrestres. Él puede que ilustre el resultado de su investigación mediante una analogía con las 24 horas de reloj de un día, en que una hora representa cien mil años de tiempo real. Si la historia de la especie humana comenzó en la medianoche, ahora casi estaríamos en el final de nuestro primer día. Hemos vivido como cazadores-recolectores casi la totalidad de ese día, desde la medianoche, pasando por la madrugada, el mediodía, y la puesta de sol. Finalmente, cuando faltan seis minutos para la media noche, adoptamos la agricultura. Cuando se acercan las 12 campanadas de la segunda media noche, ¿se extenderá gradualmente la difícil situación de los campesinos afectados por la hambruna hasta engullirnos a todos? ¿O de alguna manera lograremos esas seductoras ventajas que imaginamos detrás de la brillante fachada de la agricultura, y que hasta ahora se nos han escapado?

20100304

Entrevista a José Luis Sampedro

Comentarios sobre el sistema económico actual y la vida en general.



Programa "En días como hoy" de la Cadena Ser (marzo de 2010)

20091023

Biomimética

La mejor biblioteca es la propia naturaleza

La mágia del movimiento



El mundo material



La energía es la clave

20090508

Francisco J. Rubia: “La libertad es una ficción cerebral”

Entrevista al neurólogo Francisco J. Rubia, Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, que junto una extensa carrera investigadora en España y Alemania, ha llevado a cabo una labor divulgativa. En su último libro, El fantasma de la libertad (Crítica, 2009) al intentar difundir entre el público los debates de la neurociencia actual, Rubia habla de temas que, sin embargo, tienen una trayectoria de siglos en la historia de las ideas: como son la memoria, la consciencia, la libertad individual, las experiencias religiosas o los límites del conocimiento humano. Desde una postura especialmente escéptica, Rubia nos invita a no olvidar nunca el filtro neurológico a través del cual pensamos y sentimos la realidad.

Por Enrique Rodríguez Garrett

TC. Pongamos por ejemplo que intento traer a la memoria algunos datos sobre su libro que leí hace unos meses… ¿Que sucede entonces en mi cerebro?

FR. Ese es el problema más importante de la neurociencia, que no podemos entrar en la subjetividad de los demás. Por inferencias o analogías sacamos conclusiones pero no son fidedignas al 100%, claro.

TC. ¿Y si tuviésemos aquí un escáner que permitiese observar el proceso de recordar?

FR. Eso probablemente pueda hacerse en el futuro. Acceder a la memoria implícita, pero por el momento hay una inmensa parte de esa memoria que influye en nuestro comportamiento pero a la que no podemos acceder. Yo suelo mencionar esto cuando hablo de que la libertad sea una ficción cerebral. La gente se escandaliza porque siente que es libre de elegir, pero no le escandaliza que no controlemos lo que tenemos en la memoria, que, desde el punto de vista biológico, es mucho más importante que la libertad.

TC. ¿En que sentido?

FR. Porque es absolutamente imprescindible para nuestro comportamiento, nosotros cada vez que nos encontramos ante un determinado suceso o evento consultamos con la memoria si es peligroso o no, la memoria es fundamental. La libertad no. Podemos estar determinados y no hay problema de supervivencia. Es más, yo estoy convencido de que estamos determinados porque el cerebro es materia y la materia del universo está sometida a las leyes deterministas. Eso ya lo decía Albert Einstein cuando se preguntaba ¿Por qué el cerebro iba a ser una excepción?…eso siempre que no seamos cartesianos dualistas y pensemos que el cerebro está influenciado por un ente inmaterial. Pero ese dualismo la neurociencia lo ha abandonado prácticamente. Primero porque no hay forma de explicar cómo interactúa un ente inmaterial con la materia, porque para mover materia hace falta energía. Y en segundo lugar porque tampoco se ha observado en el cerebro ninguna estructura que responda a algo que viene de fuera del cerebro. Hoy se sabe que la mente no es otra cosa que la actividad del cerebro.

TC. Sin embargo hay resistencia a abandonar la idea de libertad o libre albedrío.

FR. Hay resultados experimentales que demuestran que la libertad puede ser otra ficción. Cada vez que tomamos una decisión el cerebro se pone en marcha mucho antes de que tengamos la sensación subjetiva de estar decidiendo. Por lo cual esta sensación es una consecuencia del proceso y no su origen. En un experimento en Berlín en 2008 se ha encontrado que esta decisión inconsciente se produce incluso diez segundos antes. Desde el momento en que renunciamos al dualismo cartesiano entonces ya se pone en entredicho la libertad. Una cosa es tener diversos grados de elección. Que tenemos distintas posibilidades de elección está claro, pero también las tiene la ameba el lagarto y el chimpancé. Pero si no sabemos por qué elegimos lo que elegimos entonces no hay libertad.

TC. Pero todo nuestro sistema legal se basa sobre esta idea de libertad.

FR. Claro. Y esta es la razón por la que en Alemania hay iniciativas para cambiar el código penal. En ese país la discusión es mucho más activa que aquí en España, donde apenas nos estamos enterando. Hay encuentros entre especialistas en derecho penal y neurocientíficos que discuten de manera muy intensa porque finalmente todo el código penal descansa sobre la culpabilidad del reo. Y si el que comete el delito no es culpable pues cambia todo el sistema. Aunque probablemente no cambiará nada en el sentido de que una persona que delinque tendrá que seguir siendo encerrada, o apartada de la sociedad, sobre todo si su disposición es a reincidir en el delito. El violador del Ensanche por ejemplo estaba convencido él mismo en que era imposible rehabilitarlo, los que no lo teníamos claro, con una especie de samaritanismo, éramos los demás.

TC. ¿Entonces seguirían habiendo penas y castigos pero perderíamos la valoración moral que las acompaña?

FR. Perderíamos la imagen que tenemos de nosotros mismos, que es falsa. Que somos libres, que somos magníficos. Bueno, no sería nada nuevo, históricamente teníamos la firme impresión de que la Tierra era el centro del universo. Y tardaron veinte siglos para revisar una creencia basada en la impresión subjetiva y las sagradas escrituras. Pasó también lo mismo con la creencia de que la tierra es plana, algo que percibimos claramente y sin embargo no es así. Hay que poner en entredicho nuestras percepciones.

TC. ¿Y que ventaja evolutiva podría tener esta creencia en que somos libres?

FR. No sé que ventaja podría tener. Lo único que sé es que es muy probable que sea una equivocación. No me fío de la idea que tenemos de nosotros mismos y del mundo, que de seguro son equivocadas. Kant ya decía que tenemos unos anteojos con los que vemos el mundo, esos anteojos son el cerebro y estoy seguro que conforme vaya avanzando nuestro conocimiento del genoma humano descubriremos toda una serie de predisposiciones genéticas para ver el mundo como lo vemos. El mito de que venimos al mundo como una tabula rasa es una estupidez.

TC. ¿No hay ruptura entonces entre animales y humanos desde el punto de vista de la consciencia?

FR. Claro que no, no hay células distintas en el cerebro, lo único que cambia es la cantidad. Los chimpancés, los elefantes, los delfines, las ballenas, todos se reconocen en el espejo, porque tienen una autoconciencia. Esta es una cualidad que también creíamos exclusiva del ser humano y no lo es.

TC. ¿Puede que la inteligencia artificial lo sea también algún día?

FR. Queda mucho por salvar pero yo estoy seguro de que es la conclusión lógica si uno no piensa que hay un ente inmaterial manejando los hilos. Si considero que todas las propiedades del cerebro son materia, incluyendo la espiritualidad… Se ha demostrado que si yo estimulo una parte del lóbulo temporal obtengo experiencias místicas y espirituales. Dado un suficiente nivel de complejidad aparecen propiedades nuevas, luego es lógico pensar que si conseguimos con las máquinas un nivel de complejidad como el que tiene el cerebro seguramente…

TC. Pero para ser inteligentes o incluso espirituales las máquinas deberían tener algo parecido a emociones.

FR. Por supuesto, es que el cerebro no es lógico, y ya se está experimentando con imitar en máquinas los procesos de lógica difusa. O la mezcla de componentes biológicos y artificiales.

TC. Ya que ha mencionado las experiencias espirituales: ¿Tiene sentido hablar de neuroteología?

FR. Me parece un término falso. ¿Qué significa? ¿Que estamos buscando a Dios en el sistema nervioso? Yo creo que la ciencia no va por ahí, ya que sabemos que Dios no es una hipótesis que se pueda demostrar o falsar. Así que neuroteología ya es término sesgado a favor de la religión. Otra cosa es que haya una neuroespiritualidad, una experiencia privada y subjetiva. La gente suele confundir la religión, que es una construcción social, con la espiritualidad. Y no son lo mismo, aunque todos los creadores de religiones tuviesen experiencias de este tipo. Y hay también espiritualidades sin religión como la de Buda o Lao Tse. La espiritualidad es algo inherente al cerebro humano y por eso el ateísmo que quiere erradicar no solo la religión, sino también la espiritualidad está llamado al fracaso porque ésta va a surgir siempre de nuevo.

TC. Aunque habría quien considere que estas experiencias místicas serían otro de los engaños que nos tiende el cerebro.

FR. No son engaños en cuanto a que son sensaciones que pueden producirse con la estimulación eléctrica, la epilepsia, la anoxia o ciertas drogas.

TC. Me refiero a engaño en el mismo sentido que usted habla de que el “yo” es un engaño: como una ilusión que no nos permite ver la realidad.

FR. Es otra posibilidad de ver el mundo, una sería la visión analítica dualista y luego estaría esa visión más holística. Son unos anteojos distintos. Ahora ¿Qué es el mundo fuera de nosotros? Eso no lo vamos a poder saber nunca, así que me da igual. ¿Saber cómo es el mundo fuera de la visión que tenemos? ¡Es que es imposible!. Es como el filósofo que se preguntaba cómo sería el mundo de un murciélago. Pues ni idea, si el murciélago tiene unos sentidos con unos filtros totalmente distintos que los nuestros. ¿Saber cómo es el mundo fuera de nosotros? Es una cuestión que no tiene sentido.

TC. ¿Sin embargo no eso es lo que se propone hacer la ciencia? ¿Al menos ciertas definiciones de ciencia?

FR. Bueno. Es que la neurociencia está corrigiendo esa visión. Advirtiendo de la posibilidad de que nos estemos engañando constantemente. Yo cito siempre a Giambattista Vico que ya decía en el siglo XVIII que las percepciones, ni los sonidos, ni los gustos ni los sabores están en la naturaleza. Las cualidades de las cosas, que los filósofos llaman qualia, no están en la naturaleza.

TC. Entonces cambiará también nuestra percepción de la relación entre ciencia y religión.

FR. Es que eso es un tema que yo nunca he entendido, porque cada una apela a cosas distintas. Y posiblemente a estructuras distintas del cerebro. Porque la religión está basada en las sensaciones subjetivas y la ciencia no, la ciencia está basada en un método bajo ciertas condiciones que a la religión no le interesan. Tengo amigos que luchan por unir ciencia y religión pero es que no están tratando sobre las mismas cosas. También se dice que son formas complementarias de ver el mundo. Será verdad pero hay una diferencia: que la ciencia acumula conocimientos, la religión no. Y la ciencia permite una evolución hacia algo mejor, mayor esperanza de vida por ejemplo. Sin embargo la religión permanece estable o en todo caso ha empeorado. Todo aquello de que antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos….en fin.

http://www.terceracultura.net/tc/?p=1276

20090421

¡Adiós cordera!. Leopoldo Alas (Clarín)

Eran tres: ¡siempre los tres! Rosa, Pinín y la Cordera.
El prao Somonte era un recorte triangular de terciopelo verde tendido, como una colgadura, cuesta abajo por la loma. Uno de sus ángulos, el inferior, lo despuntaba el camino de hierro de Oviedo a Gijón. Un palo del telégrafo, plantado allí como pendón de conquista, con sus jícaras blancas y sus alambres paralelos, a derecha e izquierda, representaba para Rosa y Pinín el ancho mundo desconocido, misterioso, temible, eternamente ignorado. Pinín, después de pensarlo mucho, cuando a fuerza de ver días y días el poste tranquilo, inofensivo, campechano, con ganas, sin duda, de aclimatarse en la aldea y parecerse todo lo posible a un árbol seco, fue atreviéndose con él, llevó la confianza al extremo de abrazarse al leño y trepar hasta cerca de los alambres. Pero nunca llegaba a tocar la porcelana de arriba, que le recordaba las jícaras que había visto en la rectoral de Puao. Al verse tan cerca del misterio sagrado, le acometía un pánico de respeto, y se dejaba resbalar de prisa hasta tropezar con los pies en el césped.
Rosa, menos audaz, pero más enamorada de lo desconocido, se contentaba con arrimar el oído al palo del telégrafo, y minutos, y hasta cuartos de hora, pasaba escuchando los formidables rumores metálicos que el viento arrancaba a las fibras del pino seco en contacto con el alambre. Aquellas vibraciones, a veces intensas como las del diapasón, que, aplicado al oído, parece que quema con su vertiginoso latir, eran para Rosa los papeles que pasaban, las cartas que se escribían por los hilos, el lenguaje incomprensible que lo ignorado hablaba con lo ignorado; ella no tenía curiosidad por entender lo que los de allá, tan lejos, decían a los del otro extremo del mundo. ¿Qué le importaba? Su interés estaba en el ruido por el ruido mismo, por su timbre y su misterio.
La Cordera, mucho más formal que sus compañeros, verdad es que, relativamente, de edad también mucho más madura, se abstenía de toda comunicación con el mundo civilizado. y miraba de lejos el palo del telégrafo como lo que era para ella, efectivamente, como cosa muerta, inútil, que no le servía siquiera para rascarse. Era una vaca que había vivido mucho. Sentada horas y horas, pues, experta en pastos, sabía aprovechar el tiempo, meditaba más que comía, gozaba del placer de vivir en paz, bajo el cielo gris y tranquilo de su tierra, como quien alimenta el alma, que también tienen los brutos; y si no fuera profanación, podría decirse que los pensamientos de la vaca matrona, llena de experiencia, debían de parecerse todo lo posible a las más sosegadas y doctrinales odas de Horacio.
Asistía a los juegos de los pastorcicos encargados de llindarla, como una abuela. Si pudiera, se sonreiría al pensar que Rosa y Pinín tenían por misión en el prado cuidar de que ella, la Cordera, no se extralimitase, no se metiese por la vía del ferrocarril ni saltara a la heredad vecina. ¡Qué había de saltar! ¡Qué se había de meter!
Pastar de cuando en cuando, no mucho, cada día menos, pero con atención, sin perder el tiempo en levantar la cabeza por curiosidad necia, escogiendo sin vacilar los mejores bocados, y, después, sentarse sobre el cuarto trasero con delicia, a rumiar la vida, a gozar el deleite del no padecer, del dejarse existir: esto era lo que ella tenía que hacer, y todo lo demás aventuras peligrosas. Ya no recordaba cuándo le había picado la mosca.
“El xatu (el toro), los saltos locos por las praderas adelante... ¡todo eso estaba tan lejos!”
Aquella paz sólo se había turbado en los días de prueba de la inauguración del ferrocarril. La primera vez que la Cordera vio pasar el tren, se volvió loca. Saltó la sebe de lo más alto del Somonte, corrió por prados ajenos, y el terror duró muchos días, renovándose, más o menos violento, cada vez que la máquina asomaba por la trinchera vecina. Poco a poco se fue acostumbrando al estrépito inofensivo. Cuando llegó a convencerse de que era un peligro que pasaba, una catástrofe que amenazaba sin dar, redujo sus precauciones a ponerse en pie y a mirar de frente, con la cabeza erguida, al formidable monstruo; más adelante no hacía más que mirarle, sin levantarse, con antipatía y desconfianza; acabó por no mirar al tren siquiera.
En Pinín y Rosa la novedad del ferrocarril produjo impresiones más agradables y persistentes. Si al principio era una alegría loca, algo mezclada de miedo supersticioso, una excitación nerviosa, que les hacía prorrumpir en gritos, gestos, pantomimas descabelladas, después fue un recreo pacífico, suave, renovado varias veces al día. Tardó mucho en gastarse aquella emoción de contemplar la marcha vertiginosa, acompañada del viento, de la gran culebra de hierro, que llevaba dentro de sí tanto ruido y tantas castas de gentes desconocidas, extrañas.
Pero telégrafo, ferrocarril, todo eso, era lo de menos: un accidente pasajero que se ahogaba en el mar de soledad que rodeaba el prao Somonte. Desde allí no se veía vivienda humana; allí no llegaban ruidos del mundo más que al pasar el tren. Mañanas sin fin, bajo los rayos del sol a veces, entre el zumbar de los insectos, la vaca y los niños esperaban la proximidad del mediodía para volver a casa. Y luego, tardes eternas, de dulce tristeza silenciosa, en el mismo prado, hasta venir la noche, con el lucero vespertino por testigo mudo en la altura. Rodaban las nubes allá arriba, caían las sombras de los árboles y de las peñas en la loma y en la cañada, se acostaban los pájaros, empezaban a brillar algunas estrellas en lo más oscuro del cielo azul, y Pinín y Rosa, los niños gemelos, los hijos de Antón de Chinta, teñida el alma de la dulce serenidad soñadora de la solemne y seria Naturaleza, callaban horas y horas, después de sus juegos, nunca muy estrepitosos, sentados cerca de la Cordera, que acompañaba el augusto silencio de tarde en tarde con un blando son de perezosa esquila.
En este silencio, en esta calma inactiva, había amores. Se amaban los dos hermanos como dos mitades de un fruto verde, unidos por la misma vida, con escasa conciencia de lo que en ellos era distinto, de cuanto los separaba; amaban Pinín y Rosa a la Cordera, la vaca abuela, grande, amarillenta, cuyo testuz parecía una cuna. La Cordera recordaría a un poeta la zacala del Ramayana, la vaca santa; tenía en la amplitud de sus formas, en la solemne serenidad de sus pausados y nobles movimientos, aires y contornos de ídolo destronado, caído, contento con su suerte, más satisfecha con ser vaca verdadera que dios falso. La Cordera, hasta donde es posible adivinar estas cosas, puede decirse que también quería a los gemelos encargados de apacentarla.
Era poco expresiva; pero la paciencia con que los toleraba cuando en sus juegos ella les servía de almohada, de escondite, de montura, y para otras cosas que ideaba la fantasía de los pastores, demostraba tácitamente el afecto del animal pacífico y pensativo.
En tiempos difíciles, Pinín y Rosa habían hecho por la Cordera los imposibles de solicitud y cuidado. No siempre Antón de Chinta había tenido el prado Somonte. Este regalo era cosa relativamente nueva. Años atrás, la Cordera tenía que salir a la gramática, esto es, a apacentarse como podía, a la buena ventura de los caminos y callejas de las rapadas y escasas praderías del común, que tanto tenían de vía pública como de pastos. Pinín y Rosa, en tales días de penuria, la guiaban a los mejores altozanos, a los parajes más tranquilos y menos esquilmados, y la libraban de las mil injurias a que están expuestas las pobres reses que tienen que buscar su alimento en los azares de un camino.
En los días de hambre, en el establo, cuando el heno escaseaba, y el narvaso para estrar el lecho caliente de la vaca faltaba también, a Rosa y a Pinín debía la Cordera mil industrias que le hacían más suave la miseria. ¡Y qué decir de los tiempos heroicos del parto y la cría, cuando se entablaba la lucha necesaria entre el alimento y regalo de la nación y el interés de los Chintos, que consistía en robar a las ubres de la pobre madre toda la leche que no fuera absolutamente indispensable para que el ternero subsistiese! Rosa y Pinín, en tal conflicto, siempre estaban de parte de la Cordera, y en cuanto había ocasión, a escondidas, soltaban el recental, que, ciego y como loco, a testaradas contra todo, corría a buscar el amparo de la madre, que le albergaba bajo su vientre, volviendo la cabeza agradecida y solícita, diciendo, a su manera:
-Dejad a los niños y a los recentales que vengan a mí.
Estos recuerdos, estos lazos, son de los que no se olvidan.
Añádase a todo que la Cordera tenía la mejor pasta de vaca sufrida del mundo. Cuando se veía emparejada bajo el yugo con cualquier compañera, fiel a la gamella, sabía someter su voluntad a la ajena, y horas y horas se la veía con la cerviz inclinada, la cabeza torcida, en incómoda postura, velando en pie mientras la pareja dormía en tierra.
* * *
Antón de Chinta comprendió que había nacido para pobre cuando palpó la imposibilidad de cumplir aquel sueño dorado suyo de tener un corral propio con dos yuntas por lo menos. Llegó, gracias a mil ahorros, que eran mares de sudor y purgatorios de privaciones, llegó a la primera vaca, la Cordera, y no pasó de ahí; antes de poder comprar la segunda se vio obligado, para pagar atrasos al amo, el dueño de la casería que llevaba en renta, a llevar al mercado a aquel pedazo de sus entrañas, la Cordera, el amor de sus hijos. Chinta había muerto a los dos años de tener la Cordera en casa. El establo y la cama del matrimonio estaban pared por medio, llamando pared a un tejido de ramas de castaño y de cañas de maíz. La Chinta, musa de la economía en aquel hogar miserable, había muerto mirando a la vaca por un boquete del destrozado tabique de ramaje, señalándola como salvación de la familia.
“Cuidadla, es vuestro sustento”, parecían decir los ojos de la pobre moribunda, que murió extenuada de hambre y de trabajo.
El amor de los gemelos se había concentrado en la Cordera; el regazo, que tiene su cariño especial, que el padre no puede reemplazar, estaba al calor de la vaca, en el establo, y allá, en el Somonte.
Todo esto lo comprendía Antón a su manera, confusamente. De la venta necesaria no había que decir palabra a los neños. Un sábado de julio, al ser de día, de mal humor Antón, echó a andar hacia Gijón, llevando la Cordera por delante, sin más atavío que el collar de esquila. Pinín y Rosa dormían. Otros días había que despertarlos a azotes. El padre los dejó tranquilos. Al levantarse se encontraron sin la Cordera. “Sin duda, mio pá la había llevado al xatu.” No cabía otra conjetura. Pinín y Rosa opinaban que la vaca iba de mala gana; creían ellos que no deseaba más hijos, pues todos acababa por perderlos pronto, sin saber cómo ni cuándo.
Al oscurecer, Antón y la Cordera entraban por la corrada mohínos, cansados y cubiertos de polvo. El padre no dio explicaciones, pero los hijos adivinaron el peligro.
No había vendido, porque nadie había querido llegar al precio que a él se le había puesto en la cabeza. Era excesivo: un sofisma del cariño. Pedía mucho por la vaca para que nadie se atreviese a llevársela. Los que se habían acercado a intentar fortuna se habían alejado pronto echando pestes de aquel hombre que miraba con ojos de rencor y desafío al que osaba insistir en acercarse al precio fijo en que él se abroquelaba. Hasta el último momento del mercado estuvo Antón de Chinta en el Humedal, dando plazo a la fatalidad. “No se dirá, pensaba, que yo no quiero vender: son ellos que no me pagan la Cordera en lo que vale.” Y, por fin, suspirando, si no satisfecho, con cierto consuelo, volvió a emprender el camino por la carretera de Candás adelante, entre la confusión y el ruido de cerdos y novillos, bueyes y vacas, que los aldeanos de muchas parroquias del contorno conducían con mayor o menor trabajo, según eran de antiguo las relaciones entre dueños y bestias.
En el Natahoyo, en el cruce de dos caminos, todavía estuvo expuesto el de Chinta a quedarse sin la Cordera; un vecino de Carrió que le había rondado todo el día ofreciéndole pocos duros menos de los que pedía, le dio el último ataque, algo borracho.
El de Carrió subía, subía, luchando entre la codicia y el capricho de llevar la vaca. Antón, como una roca. Llegaron a tener las manos enlazadas, parados en medio de la carretera, interrumpiendo el paso... Por fin, la codicia pudo más; el pico de los cincuenta los separó como un abismo; se soltaron las manos, cada cual tiró por su lado; Amón, por una calleja que, entre madreselvas que aún no florecían y zarzamoras en flor, le condujo hasta su casa.
* * *
Desde aquel día en que adivinaron el peligro, Pinín y Rosa no sosegaron. A media semana se personó el mayordomo en el corral de Antón. Era otro aldeano de la misma parroquia, de malas pulgas, cruel con los caseros atrasados. Antón, que no admitía reprimendas, se puso lívido ante las amenazas de desahucio.
El amo no esperaba más. Bueno, vendería la vaca a vil precio, por una merienda. Había que pagar o quedarse en la calle.
Al sábado inmediato acompañó al Humedal Pinín a su padre. El niño miraba con horror a los contratistas de carnes, que eran los tiranos del mercado. La Cordera fue comprada en su justo precio por un rematante de Castilla. Se la hizo una señal en la piel y volvió a su establo de Puao, ya vendida, ajena, tañendo tristemente la esquila. Detrás caminaban Antón de Chinta, taciturno, y Pinín, con ojos como puños. Rosa, al saber la venta, se abrazó al testuz de la Cordera, que inclinaba la cabeza a las caricias como al yugo.
“¡Se iba la vieja!” -pensaba con el alma destrozada Antón el huraño.
“Ella ser, era una bestia, pero sus hijos no tenían otra madre ni otra abuela.”
Aquellos días en el pasto, en la verdura del Somonte, el silencio era fúnebre. La Cordera, que ignoraba su suerte, descansaba y pacía como siempre, sub specie aeternitatis, como descansaría y comería un minuto antes de que el brutal porrazo la derribase muerta. Pero Rosa y Pinín yacían desolados, tendidos sobre la hierba, inútil en adelante. Miraban con rencor los trenes que pasaban, los alambres del telégrafo. Era aquel mundo desconocido, tan lejos de ellos por un lado, y por otro el que les llevaba su Cordera.
El viernes, al oscurecer, fue la despedida. Vino un encargado del rematante de Castilla por la res. Pagó; bebieron un trago Antón y el comisionado, y se sacó a la quintana la Cordera. Antón había apurado la botella; estaba exaltado; el peso del dinero en el bolsillo le animaba también. Quería aturdirse. Hablaba mucho, alababa las excelencias de la vaca. El otro sonreía, porque las alabanzas de Antón eran impertinentes. ¿Que daba la res tantos y tantos xarros de leche? ¿Que era noble en el yugo, fuerte con la carga? ¿Y qué, si dentro de pocos días había de estar reducida a chuletas y otros bocados suculentos? Antón no quería imaginar esto; se la figuraba viva, trabajando, sirviendo a otro labrador, olvidada de él y de sus hijos, pero viva, feliz... Pinín y Rosa, sentados sobre el montón de cucho recuerdo para ellos sentimental de la Cordera y de los propios afanes, unidos por las manos, miraban al enemigo con ojos de espanto y en el supremo instante se arrojaron sobre su amiga; besos, abrazos: hubo de todo. No podían separarse de ella. Antón, agotada de pronto la excitación del vino, cayó como un marasmo; cruzó los brazos, y entró en el corral oscuro. Los hijos siguieron un buen trecho por la calleja, de altos setos, el triste grupo del indiferente comisionado y la Cordera, que iba de mala gana con un desconocido y a tales horas. Por fin, hubo que separarse. Antón, malhumorado clamaba desde casa:
-Bah, bah, neños, acá vos digo; basta de pamemes. Así gritaba de lejos el padre con voz de lágrimas.
Caía la noche; por la calleja oscura que hacían casi negra los altos setos, formando casi bóveda, se perdió el bulto de la Cordera, que parecía negra de lejos. Después no quedó de ella más que el tintán pausado de la esquila, desvanecido con la distancia, entre los chirridos melancólicos de cigarras infinitas.
-¡Adiós, Cordera! -gritaba Rosa deshecha en llanto-. ¡Adiós, Cordera de mío alma!
-¡Adiós, Cordera! -repetía Pinín, no más sereno.
-Adiós -contestó por último, a su modo, la esquila, perdiéndose su lamento triste, resignado, entre los demás sonidos de la noche de julio en la aldea.
* * *
Al día siguiente, muy temprano, a la hora de siempre, Pinín y Rosa fueron al prao Somonte. Aquella soledad no lo había sido nunca para ellos hasta aquel día. El Somonte sin la Cordera parecía el desierto.
De repente silbó la máquina, apareció el humo, luego el tren. En un furgón cerrado, en unas estrechas ventanas altas o respiraderos, vislumbraron los hermanos gemelos cabezas de vacas que, pasmadas, miraban por aquellos tragaluces.
-¡Adiós, Cordera! -gritó Rosa, adivinando allí a su amiga, a la vaca abuela.
-¡Adiós, Cordera! -vociferó Pinín con la misma fe, enseñando los puños al tren, que volaba camino de Castilla.
Y, llorando, repetía el rapaz, más enterado que su hermana de las picardías del mundo:
-La llevan al Matadero... Carne de vaca, para comer los señores, los curas... los indianos.
-¡Adiós, Cordera!
-¡Adiós, Cordera!
Y Rosa y Pinín miraban con rencor la vía, el telégrafo, los símbolos de aquel mundo enemigo, que les arrebataba, que les devoraba a su compañera de tantas soledades, de tantas ternuras silenciosas, para sus apetitos, para convertirla en manjares de ricos glotones...
-¡Adiós, Cordera!...
-¡Adiós, Cordera!...
* * *
Pasaron muchos años. Pinín se hizo mozo y se lo llevó el rey. Ardía la guerra carlista. Antón de Chinta era casero de un cacique de los vencidos; no hubo influencia para declarar inútil a Pinín, que, por ser, era como un roble.
Y una tarde triste de octubre, Rosa, en el prao Somonte sola, esperaba el paso del tren correo de Gijón, que le llevaba a sus únicos amores, su hermano. Silbó a lo lejos la máquina, apareció el tren en la trinchera, pasó como un relámpago. Rosa, casi metida por las ruedas, pudo ver un instante en un coche de tercera multitud de cabezas de pobres quintos que gritaban, gesticulaban, saludando a los árboles, al suelo, a los campos, a toda la patria familiar, a la pequeña, que dejaban para ir a morir en las luchas fratricidas de la patria grande, al servicio de un rey y de unas ideas que no conocían,
Pinín, con medio cuerpo fuera de una ventanilla, tendió los brazos a su hermana; casi se tocaron. Y Rosa pudo oír entre el estrépito de las ruedas y la gritería de los reclutas la voz distinta de su hermano, que sollozaba, exclamando, como inspirado por un recuerdo de dolor lejano:
-¡Adiós, Rosa!... ¡Adiós, Cordera!
-¡Adiós, Pinínl ¡Pinín de mío alma!...
“Allá iba, como la otra, como la vaca abuela. Se lo llevaba el mundo. Carne de vaca para los glotones, para los indianos; carne de su alma, carne de cañón para las locuras del mundo, para las ambiciones ajenas.”
Entre confusiones de dolor y de ideas, pensaba así la pobre hermana viendo el tren perderse a lo lejos, silbando triste, con silbido que repercutían los castaños, las vegas y los peñascos...
¡Qué sola se quedaba! Ahora sí, ahora sí que era un desierto el prao Somonte.
-¡Adiós, Pinín! ¡Adiós, Cordera!
Con qué odio miraba Rosa la vía manchada de carbones apagados; con qué ira los alambres del telégrafo. ¡Oh!, bien hacía la Cordera en no acercarse. Aquello era el mundo, lo desconocido, que se lo llevaba todo. Y sin pensarlo, Rosa apoyó la cabeza sobre el palo clavado como un pendón en la punta del Somonte. El viento cantaba en las entrañas del pino seco su canción metálica. Ahora ya lo comprendía Rosa. Era canción de lágrimas, de abandono, de soledad, de muerte.
En las vibraciones rápidas, como quejidos, creía oír, muy lejana, la voz que sollozaba por la vía adelante:
-¡Adiós, Rosa! ¡Adiós, Cordera!
FIN

20081013

La ética de las corridas de toros (Francis Wolff)

No, la corrida de toros no manifiesta cualquier cruel indiferencia hacia la vida y el sufrimiento. Al contrario, es portadora en sí misma de una ética coherente y respetuosa con los animales. Si la corrida desapareciera de las regiones de Europa donde forma parte de la cultura, se produciría también una pérdida moral, sería también privar a los pueblos del mediterráneo de una irreemplazable relación con los animales, la que siempre han mantenido con los toros bravos. Porque en todas las regiones del mundo en las que ha habido toros bravos han existido combates de toros. Es una constante antropológica. Enfrentarse al toro, imagen natural del combatiente y símbolo permanente del poder, es el sueño eterno del hombre.

La corrida no es ni inmoral ni amoral en relación con las especies animales. La relación del hombre con los toros durante su vida y su último combate es desde muchos puntos de vista ejemplo de una ética general. Su primer principio sería: hay que respetar a los animales, o al menos a algunos de ellos, pero no en igualdad con el hombre. Los deberes que tenemos hacia otras especies, incluso las más próximas a nosotros, están subordinados a los deberes que tenemos hacia los demás hombres, incluso los más lejanos. Y la ética general de la corrida es justamente la codificación de este principio. Pues la moral de la lidia se resume a esto: el animal debe morir, el hombre no debe morir. Es desigual, por cierto, pero esta desigualdad es justamente moral en su principio. Si las posibilidades del hombre y del animal fuesen iguales, como en los juegos del circo romano, ¿no sería bárbaro? En la corrida el toro muere necesariamente, pero no es abatido como en el matadero, es combatido. Porque el combate en el ruedo, aunque sea fundamentalmente desigual, es radicalmente leal. El toro no es tratado como una bestia nociva que podemos exterminar ni como el chivo expiatorio que tenemos que sacrificar, sino como una especie combatiente que el hombre puede afrontar. Tiene, pues, que ser con el respeto de sus armas naturales, tantos físicas como morales. El hombre debe esquivar al toro, pero de cara, dejándose siempre ver lo más posible, situándose de manera deliberada en la línea de embestida natural del toro, asumiendo él mismo el riesgo de morir. Sólo tiene el derecho de matar al toro quien acepta poner en juego su propia vida. Un combate desigual pero leal: las armas de la inteligencia y de la astucia contra las del instinto y la fuerza. La corrida es, pues, lo contrario de la barbarie porque se sitúa a equidistancia de dos barbaries opuestas. Si el combate fuese igualitario, su práctica sería innoble para el hombre puesto que el valor de la vida humana se vería reducido al del animal -como en la formas de barbarie antigua que eran los juegos del circo romano-. Si el combate fuese desleal, su práctica sería innoble para el toro, puesto que el valor de la vida animal se habría reducido al de una cosa -como en la barbarie moderna que suponen las formas extremas de ganadería industrial-. En la corrida el hombre no lucha ni contra un hombre ni contra una cosa. El hombre afronta su «Otro».

Una buena moral hacia los animales es también una moral diferenciada. No podemos ni debemos tratarlos a todos de la misma manera, al perro y al mosquito, al chimpancé y al toro bravo. Tenemos que ajustar nuestra conducta a lo que ellos son: sus necesidades, sus exigencias, sus tendencias, etc, evitando siempre el riesgo de antropocentrismo. Ahora bien, el toro de lidia es un animal naturalmente desconfiado, dotado como muchos otros animales «salvajes» de una especie de instinto de defensa, en su caso particularmente desarrollado, que se manifiesta desde el mismo momento de su nacimiento, la bravura, que lo incita a atacar de manera espontánea contra todo aquello que potencialmente pueda ser un «enemigo». Esta acción (o reacción) es la base de todas las tauromaquias. Y toda la ética taurómaca consiste en permitir a la embestida del toro, a esa fuerza activa, a esa naturaleza, manifestarse. La corrida no consiste en matar una bestia. Es todo lo contrario. La corrida, como su propio nombre indica, consiste en dejar al toro correr, atacar, embestir. Afrontar un animal desarmado, inofensivo o pasivo sería propio del matadero. La ética de la corrida consiste en dejar que la naturaleza del toro se exprese. Doblemente: en su vida, en su muerte.

Durante toda su existencia, en el campo, está en libertad. Y vive de acuerdo con su naturaleza «salvaje», rebelde, insumisa, indócil, indomable. En el momento de su muerte, combate hasta la muerte también de acuerdo a esa misma naturaleza: brava. Por cierto, el hombre quiere combatir, lo elige, cuando el animal está obligado al combate, no lo elige. Sin embargo el valor de la elección es un valor humano, la voluntad es una facultad humana, por tanto es cierto que el toro «no quiere el combate», pero no porque sea contrario a su naturaleza de combatir, sino porque es contrario a su naturaleza de querer, de elegir. Toda la ética del combate del ruedo consiste en permitir que la bravura del toro se manifieste. Expresarse, para el torero, es una cierta manera de estar inmóvil delante del toro; expresarse para el toro es una cierta manera de estar móvil, de moverse delante de cualquier adversario, congénere o no. Durante la lidia, el torero puede expresarse pero también debe permitir al toro expresarse a sí mismo, y lo que tiene por decir el toro bravo es algo así como: «Defenderé mi terreno, todo el ruedo es mío, todo el espacio es mi espacio vital, haré huir a cualquier extraño que lo pise, cogeré al que ose aventurarse, te expulsaré seas quien seas, volveré sobre ti para coger, y más, y más...» Ésta es la voz del toro bravo, tal como la hace oír el torero leal. El respeto por el toro en la plaza consiste en comprender esta voz que habla y finalmente hacerla cantar, en hacer pues una obra de arte con esa embestida natural y con su propio miedo de morir.

(Francis Wollf es Catedrático de Filosofía de la Universidad de la Sorbona. Texto publicado en ABC, el 1º de junio de 2008)

20080815

George Carlin. El sueño americano

George Carlin actor y humorista americano muerto a los 71 años en junio de 2008. Heroe de la contracultura, siempre actuó contra corriente lo que le llevó a convertirse en un relegado social. Sus temas elegidos se pueden resumir en la siguiente frase " la humanidad es una espece maldita, una basura". Dejo aquí algunas frases suyas:
“Yo lo veo así: Durante siglos el hombre ha hecho todo lo posible para destruir, interferir y defile la naturaleza: Cortar bosques, agujerear montañas, envenenar la atmósfera, despoblar los océanos, polucionar rios y lagos, destruir pantanos… Así que cuando la naturaleza contraataca y golpea al hombre en la cabeza y en las pelotas yo lo disfruto. No tengo ninguna simpatía por el ser humano. Ninguna. Y no importa el problema al que se enfrenten los humanos, ya sea natural o causado por ellos,yo siempre espero que vaya a peor”.
“Nunca me ha importado lo que le suceda a este planeta, esta especie, este país… Y estar emocionalmente distanciado le da al artista completa libertad para atacar, para observar sin ese runrún constante de “Esto podría ir mejor, amigos.”
“Lo que realmente me liberó fue cuando empecé a darme cuenta de que no me identifico con el ser humano, con la nación y, de hecho, durante la mayor parte de mi vida, no me he identificado con el grupo local, no importa cuál fuera: la escuela, las Fuerzas Aéreas, mi familia, mi religión, el comercio… Así no tengo participación en los resultados.”

En este video muestra su visión sobre el sistema educacional, laboral, económico y social de EEUU y como esta sometido y mantenido por unos determinados intereses.
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Otras actuaciones de George Carlin:
Religión
http://es.youtube.com/watch?v=ciW1ANz79Tc
El aborto
http://es.youtube.com/watch?v=5VjPUjhTdrg
La santidad de la vida
http://es.youtube.com/watch?v=u3Wzcszz3CE
Sobre los blancos
http://es.youtube.com/watch?v=iqD1PQct8hM
Los 10 mandamientos
http://es.youtube.com/watch?v=AtFkNiD3GxE

20080814

...adictas a su agresor...

(Comentario realizado bajo el seudónimo de Isolda sobre un artículo que hablaba de la adicción a su pareja de las mujeres agredidas por esta)

En cierta manera, todo esto es una consecuencia de la pésima "educación sentimental" recibida. Vivimos en una sociedad radicalmente nueva (ultraindividualista, utilitarista, economicista) con los viejos esquemas de las relaciones humanas. Éste es un tiempo nuevo y necesita relaciones humanas nuevas. La mayoría de las personas no están educadas para garantizar su INDEPENDENCIA EMOCIONAL y nos movemos por la vida como minusválidos afectivos, huérfanos permanentes de afecto. La dependencia sigue fomentándose como algo positivo, mientras la dignidad de la persona sola se pone en duda. Día tras día se nos bombardea con anuncios (tipo Meetic, Match, etc) para "ordenarnos" buscar nuestra "media naranja", como si persona no fuera ya algo entero, completo. Luego queda el tema del juicio social a tus relaciones personales, la pareja como sinónimo de éxito, la soltería como expresión de fracaso. Y, últimamente, además, la necesidad económica de ser dos para poder mantener un hogar, dados los bajos salarios y los problemas de acceso a la vivienda. En resumen, hay una gran mayoría de hombres y mujeres formados para ser dependientes emocionales, que negarán cualquier realidad con tal de no asumir dignamente su valía como individuos, aunque sea en soledad. Y esa negación de la realidad lleva, indefectiblemente, a la violencia.

20080807

Beatriz Preciado, filósofa transgénero y pansexual

"Dedico mi vida a dinamitar el binomio hombre/mujer"

Tengo 37 años. Nací en Burgos y vivo entre París y Barcelona. Soy filósofa y enseño Teoría del Género en la Universidad de París VIII. Vivimos juntos mi novia, una perra bulldog, un gato y yo. No quiero reproducirme. No creo en la nación ni en Dios. Mi perra se llama Pepa.

¿Es usted hombre o mujer?

Esta pregunta refleja una ansiosa obsesión occidental.

¿Qué obsesión?

La de querer reducir la verdad del sexo a un binomio.

¡Es que hay hombres y hay mujeres...!

Yo dedico mi vida a dinamitar ese binomio. ¡Afirmo la multiplicidad infinita del sexo!

"Hay tantos sexos como personas", dice un amigo mío. ¿Sería eso?

Sí, me gusta. Eso de hombre y mujer son construcciones culturales. Así pues, tampoco hay homosexuales y heterosexuales.

En tal caso, ¿qué hay?

Un transgénero pansexual. En caso de que hubiera que definirse, así me definiría yo.

Pero hay vaginas y penes, hay tetas y testículos, hay estrógeno y testosterona...

Sí. ¿Y?

Que eso no es cultura, ¡es biología!

Esgrimir rasgos anatómicos (o bioquímicos) para fijar identidades sexuales ¡es cultural! Hasta 1868, por ejemplo, no hubo heterosexuales y homosexuales.

¿Ah, no?

Son términos formulados por Kertbeny. Antes había prácticas sexuales varias. Médicos y juristas parcelaron nuestra anatomía igual que los teólogos hacían con la divinidad.

¿Con qué criterios?

Visuales, en principio: el aspecto anatómico discriminaría hombres y mujeres. Y si algún cuerpo no encajaba bien como uno u otra, era un monstruo, una patología.

¿Eso está superado?

Mire a mi amigo Thomas Beatie... Él expresa que esa idea del sexo como binomio es sólo una falsilla, que "el sexo" no existe.

¿Se refiere a ese hombre embarazado?

Ese cuerpo que la vista condicionada definiría hombre de pelo en pecho... con su vistoso embarazo que definiría de mujer.¡Es sólo mi amigo dinamitando el dichoso binomio! Thomas se siente hombre (tomó testosterona y se extirpó los pechos) pero mantuvo órganos reproductores con los que concebir un hijo por inseminación. ¡Es estupendo!

Lo cierto es que Thomas nació mujer.

Nació biomujer. Es biomujer la asignada mujer al nacer. Y es tecnomujer la que se asigna mujer a sí misma, usando técnicas para ello.

Así, Thomas es un tecnohombre...

Sí, con su transcuerpo.

Y mucha ingeniería química mediante.

¡Menos de la que usan cada día millones de mujeres en todo el planeta! La píldora - inventada para reducir la natalidad de los negros en Estados Unidos- es un cóctel químico que construye hoy a la mujer.

¡Liberó la sexualidad de la mujer!

En cierto modo… También inhibe su libido. Lo cierto es que la feminidad, desde la píldora, es una ficción. La píldora ¡finge menstruaciones! La feminidad es hoy una construcción biotecnopolítica: una suplantación hormonal de los 12 a los 50 años. La biomujer es hoy tecnomujer,es ya transexual.

¿Qué dicen las feministas de esto?

No les gusta oírme. Pero les sugiero la reflexión de que la píldora es la sustancia más vendida de toda la historia de la humanidad... y motor de la industria pornográfica. Ha permitido que el sexo genere más capital que la reproducción, ha lubricado nuestro biocapitalismo farmacopornográfico.

¿Bioca... qué?

Estamos en un capitalismo en que los fármacos generan beneficios millonarios mediante la pornografía para el ojo masculino..., que es también otra invención cultural.

¿Y qué ojo tiene usted?

Yo, al estilo drag king,expropio los códigos de la masculinidad, desde los indumentarios (corbata, traje oscuro...) hasta los bioquímicos (testosterona).

¿Toma usted testosterona?

Sí, en forma de gel. Aplicado en la piel, el testogel es absorbido e incorporado al torrente sanguíneo.

¿Con qué efectos?

Siento más fuerza física, más hambre, más libido, más excitación genital, más ganas de caminar, más músculo y menos grasa... Eso sí, tengo que eliminarme el vello. Al verme, la gente se pregunta: "¿Qué es, un tío o una tía?". ¡Generar esa pregunta me interesa!

¿También usted querrá tener hijos?

No me apetece reproducirme. En todo caso, adoptaría a un niño con síndrome de Down.

¿Qué le dicen sus padres, Beatriz?

Han llorado lo suyo... Yo, en Burgos, me hubiese muerto o me habrían encerrado: sobreviví largándome a París. He ido instruyendo a mis padres, van entendiendo cosas... Me interesa. Con mi madre mantengo charlas que enloquecerían a Almodóvar...

¿Le sorprendió la ley española de matrimonio homosexual?

España es medieval y nórdica a la vez. Pero reproduce la convención: yo preferiría abolir el modelo del matrimonio, ya obsoleto.

De niña, en el colegio, ¿a usted le gustaban los niños o las niñas?

Nunca me sentí chica, pero tampoco chico. Tuve ligues con niñas, estaban más disponibles. Me gustaban los juegos de niños, eran más divertidos. A mí, la verdad, me gustaba todo: ¡esa avidez es lo que me caracteriza! Me tildaban de "marimacho", es el precio...

Su sociedad le proponía una identidad.

La sociedad propone unos precipitados de identidad, cada individuo asume uno... y acabas pensando que eso eres tú. Y no.

¿No? Entonces..., ¿qué soy yo?

Es una pregunta ociosa y viciosa: pregúntate mejor qué procesos te han llevado a pensar "yo soy esto".

Entrevistas - 02/04/2008 9:48 - Autor: Victor M. Amela - Fuente: La Vanguardia
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20080704

Citas de Así habló Zaratustra. (Nietzsche)

Prólogo
  • El hombre es el sentido de la tierra.
  • La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta: Lo que en el hombre se puede amar es que es un tránsito y un ocaso.
  • ...le gustaba mirar a la cara a todas las cosas que duermen.
Los discursos de Zaratustra
  • Tres transformaciones del espíritu os menciono: como el espíritu se convierte en camello, como el camello en león y como el león, por fin, en niño.
  • ¿Quien es el gran dragón al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios? <<Tu quieres>> se llama el gran dragón, pero el espíritu del león dice <<yo quiero>>.
  • Detras de tus pensmientos y sentimientos, hermano mío, se encuentra un soberano poderoso, un sabio desconocido, llámase <<si-mismo>>. En tu cuerpo habita, es tu cuerpo.
  • Una cosa es el pensamiento, otra la acción y otra la imagen de la acción.
  • Valerosos, despreocupados, irónicos, violentos así nos quiere la sabiduría:  es una mujer y ama siempre únicamente a un guerrero.
  • Manos invisibles son las que peor nos doblan y maltratan.
  • ¿Vosotros decís que la buena causa es la que justifica la guerra?  Yo os digo: La buena guerra es la que santifica toda causa.
  • Cada pueblo habla su lengua propia del bien y el mal: el vecino no la entiende.  Cada pueblo se ha inventado su propio lenguaje en costumbres y derechos.
  • En verdad quien poco posee, tanto menos es poseido.
  • Al hombre del conocimiento le disgusta bajar al agua de la verdad no cuando está sucia, sino cuando no es profunda.
  • ¿Has visto ya dormir a tu amigo para conocer cuál es su aspecto?
  • Leyes de superación de los pueblos:  Griegos: Siempre debes ser tu el primero y aventajar a los otros: a nadie, excepto al amigo, debe amar tu alma celosaPersas: Decir la verdad y saber manejar el arco y las flechasJudios: Honrar a padres y madres y ser dóciles con ellos hasta la raiz del alma.  Alemanes: Guardar fidelidad y dar por ella el honor y la sangre aun por causas malvadas y peligrosas
  • Los mas lejanos son los que pagan vuestro amor al prójimo; y en cuanto os juntais cinco, siempre tiene que morir un sexto.
  • Dos cosas quiere el varón auténtico: peligro y juego.  Por ello quiere él la mujer, que es el mas peligroso de los juguetes.
  • Pero una juventud tardía se mantiene joven durante  mucho tiempo.
  • No hay que dejarse comer en el momento que mejor sabemos.
  • Símbolos son todos los nombres del bien y del mal: no declaran, solo hacen señas. ¡Tonto es quien de ellos quiere sacar saber!
  • Mil senderos existen que aún no han sido recorridos.
Segunda parte.

20080625

Calendario Maya

La Cuenta Larga

El calendario Maya consiste de tres cuentas: La primera es el Choenilkin Sansamal o Tzolkin, una cuenta de 260 días, es el equivalente Maya a la Cuenta Mexica de los Días. Segunda el Haab, frecuentemente llamado año vago. El Haab es un año de 365 días, sin días bisiestos. compuesto por 18 meses (Uinal) de 20 días (Kin), mas 5 días “vacíos”. (18x20+5=365), y por ultimo esta la Cuenta Larga.

El año 2012 marca el final de la Cuenta Larga. Esto es de significante importancia no solo para el estudio del los diferentes mecanismos del calendario Mesoamericano, pero también para la astronomía moderna. La Cuenta Larga termina en Diciembre del año 2012 y consiste de 7,200 cuentas ininterrumpidas del Tzolkin. El ciclo básico de la Cuenta Larga es el Tun, un año de 360 días, consistente de 18 meses de 20 días. Estos Tunes se cuentan repetidamente en un ciclo de veinte, conocido como un Katun. Cada Katun consiste de 7,200 días o 19.7 años. Estos Katunes de 19.7 años se agrupan en dos tipos de cuentas, una consistente de 13 Katunes de 93,600 días o 256.27 años trópicos, llamada Ronda de Katunes y la otra consiste de 20 Katunes, a este ciclo se le llama Baktun, (400 Tun) y consiste de 144,000 días o 394.26 años trópicos. Un ciclo de 13 Baktunes se llama Oxlakatun. La Cuenta Larga se lleva en el grupo de estos Oxlakatunes. Para ser precisos la Cuenta Larga es una cuenta de 1,872,000 días solares o 5125.3661 años trópicos.

La Cuenta Larga fue creada por los antiguos Olmeca, la estela de la Cuenta Larga mas antigua es de 236 a.C. La Cuenta Larga funciona como un cronómetro que cuenta el número de días solares entre dos fechas. Hay dos versiones de sus fechas de inicio y final. Del 11 de Agosto de 3114 a.C. al 21 de Diciembre 2012 o del 13 de Agosto de 3114 a.C. al 23 Diciembre 2012. De acuerdo a cálculos modernos las Pléyades se encontraban entonces a pocos grados del equinoccio vernal. Pero mas importante el 13 de Agosto es el día del pasaje zenital del sol en la latitud de la ciudad Maya de Izapa. en donde se encontró una de las estelas de la Cuenta Larga mas antiguas.

Examinemos 4 eventos astronómicos que sucederán en el año 2012. Cabe resaltar que todos estos eventos son locales es decir visibles solo desde la Tierra.

El primero, una alineación celestial (sol-estrellas) que ocurrirá el 20 de Mayo 2012 al mediodía, en la antigua capital Tolteca de Tollan, hoy Tula, Hidalgo. Cuando las Pléyades y el Sol se encuentran en el acme de su conjunción en el zenit de la bóveda celeste. Este transito de las Pléyades a lo largo del zenit del cielo el 20 de Mayo dura aproximadamente 70 años.

El segundo, un eclipse anular (cuando la luna casi cubre al sol). Mientras los eclipses son frecuentes, este es importante porque sucederá precisamente el 20 de Mayo del 2012 y será visible desde el sureste mexicano a las 5:56 PM. (23:56 UT). Dos días después el 22 de Mayo observamos que mercurio y Júpiter se alinean muy cerca del sol.




El tercer evento es una alineación planetaria, un transito de venus.

Debido a que los tránsitos de venus generalmente ocurren en parejas, este evento tiene dos partes. El primer transito ocurrió el 8 de Junio de 2004, el segundo, ocho años después, ocurrirá el 6 de Junio de 2012. Este fenómeno se debe a que 13 revoluciones trópicas de venus (2921.035 días) son prácticamente 8 años trópicos (2921.9375). Estos tránsitos son un fenómeno con un patrón de 243 años.

El cuarto evento astronómico importante es una alineación galáctica (sol-galaxia). El 21 de Diciembre 2012 seremos testigos de una conjunción del sol del solsticio invernal con el centro de la Gruta Negra de la Vía Láctea. Este también es un evento a largo plazo. Con una duración aproximada de veinte años.


Ambas alineaciones celestial y galáctica ya están sucediendo. Curiosamente estas dos alineaciones son invisibles al ojo humano, pues la luz del sol oscurece a las estrellas. Solamente el eclipse anular del 20 de Mayo y el transito de venus del 6 de Junio serán visibles al ojo humano. El transito de venus se repetirá en poco mas de un siglo en el año 2117, como parte del ciclo de pares de tránsitos de 243 años. El eclipse anular se repetirá en 54 años y 34 días en la misma zona geográfica de acuerdo al ciclo de Saros de Eclipses. Pero en el camino del águila, las constelaciones seguirán su marcha, hacia el este, las dos alineaciones; celestial y galáctica, correrán su curso, solo para regresar al final del siguiente ciclo precesional.

Recientemente la Teoría de que la Cuenta Larga fue creada para sincronizarse con estos eventos a adquirido popularidad. Pero esta teoría tiene varios problemas: Ni la alineación celestial, ni la alineación galáctica se pueden verificar a plena vista, y mientras que ha habido especulación sobre si los Mayas habían construido una “cámara oscura”, no podemos asumir que este fue el caso con los Olmeca. Estas dos alineaciones tienen periodos de tránsitos muy largos. Aproximadamente 20 años para la alineación del sol solstilcial con la gruta negra de la vía láctea. Y 70 años para la alineación del sol zenital y las Pléyades el 20 de Mayo. Dentro de estos periodos de alineaciones, la conjunción del sol con los centro de estos cuerpos celestiales dura de 5 a 15 años. Particularmente vista por el ojo humano. Esencialmente estas alineaciones se verán prácticamente iguales en el año 2011 o 2013.

Esto nos deja con dos eventos astronómicos importantes al final de la Cuenta Larga; el eclipse anular el 20 de Mayo del 2012, y la alineación planetaria visible que causa un transito de venus el 6 de junio de 2012.

El planeta venus tiene varias características similares a la tierra. Es aproximadamente del mismo tamaño y durante tránsitos de venus se ve como un punto negro 1/32 parte del tamaño del sol. El planeta venus tiene una relación sincrónica con la tierra. Una revolución trópica de venus alrededor del sol tarda 224.695 días solares. Una revolución trópica de la Tierra alrededor del sol tarda 365.2429878 días solares. Y un ciclo sinódico de Venus es de 583.92 días solares (el ciclo sinódico es el ciclo en el que vemos a venus como estrella de la mañana, para desaparecer detrás del sol y luego reaparecer como estrella del anochecer, para solo volver a desaparecer, esta vez frente al sol). En otras palabras 1 ciclo sinódico de venus es equivalente a 2.6 revoluciones de venus y 1.6 revoluciones de la Tierra. En 8 años trópicos hay 5 ciclos sinódicos y 13 revoluciones trópicas de venus. En estos 8 años los ciclos sinódicos se habrán movido en retrogrado (hacia atrás en el calendario) 2.33 días. Los antiguos mexicanos clasificaban a cada uno de los cinco ciclos sinódicos de cada periodo de 8 años con un portador.


Pero para facilitar esta explicación clasifiquemoslos como a,b,c,d,e. y dividamos a la esfera celestial en cinco partes iguales con cinco latitudes diferentes; 1,2,3,4,5.. De esta forma observamos que cada ciclo sinódico empieza con una sección diferente de la esfera celestial detrás de venus. A lo largo del tiempo en 249.4 años el ciclo sinódico “a” pasara de estar en el espacio “1” y se moverá en retrogrado al espacio siguiente. De esta forma los 5 ciclos sinódicos ocuparan los cinco espacios celestiales en 1247 años.

Los tránsitos de venus son muy importantes para entender el movimiento de las estrellas, estos tránsitos suceden cuando venus cruza frente al sol observado desde la tierra. La astronomía moderna solo ha observado 6 tránsitos de venus. Los tránsitos ocurren en un patrón predecible; dos ocurriendo separados por 8 años seguidos de uno 105.5 años después y otro 8 años mas tarde, después de 121.5 años el patrón se repite. Este patrón de tránsitos de venus es de 243 años. –8+105.5+8+121.5=243–. El ultimo transito ocurrió 8 de Junio de 2004 y el próximo ocurrirá el 6 de Junio de 2012.


Los Nodos de venus son los dos puntos, ascendiente y descendiente en donde los planos orbitales de venus y la tierra se cruzan. Los tránsitos de venus se dan por necesidad dentro de un margen de dos días de estos nodos. Son los únicos puntos en donde la tierra y venus pueden entrar en conjunción con el sol.

La linea de los nodos de venus (una linea imaginaria entre los dos nodos) se mueve pro grado (hacia adelante en el calendario) 2.2 días solares en 243 años. Este movimiento de la linea de los nodos de venus se debe al movimiento de torsión del plano orbital de venus en relación pro grado del equinoccio vernal. Curiosamente este movimiento pro grado (para adelante en el calendario) es sincrónico con el movimiento retrogrado (para atrás en el calendario) de los ciclos sinódicos de venus de 2.33 días acumulados en 8 años. Por ejemplo la serie de pares tránsitos de venus del nodo descendiente que ocurrió el 6 de junio 1761 y el 3 de junio de 1769 ocurren ahora el 8 de Junio de 2004 y el 6 de junio de 2012.


La Cuenta Larga consiste de 1,872,000 días solares. En ese periodo de tiempo hay 3,205.91 ciclos sinódicos de venus, equivalente a 3,205 ciclos sinódicos mas 536.83 días. Es decir 48 días después del 21 de Diciembre del 2012 se completan 3,206 ciclos sinódicos de venus. Este calculo nos lleva del 21 de Diciembre del 2012 al 7 de Febrero del 2013. Si consideramos que el transito de venus del 6 de junio es un tránsito del nodo descendiente (es una conjunción inferior) entonces el 7 de febrero (246 días después) venus empieza su desaparición como la estrella de la mañana y empieza su viaje detrás del sol en su periodo de invisibilidad superior. Como hemos visto, debido al movimiento de torsión del plano orbital de venus, los nodos de venus se mueven pro grado en el calendario 2.3 días cada 243 años. En el periodo de la Cuenta Larga el numero de días que los nodos de venus se han movido pro grado en el calendario es precisamente de 48 días. En otras palabras si el plano orbital de venus no presentara un movimiento de torsión, el 21 de Diciembre del 2012 seriamos testigos del principio del viaje de venus por detrás del sol en su periodo de invisibilidad superior.

Para determinar en que fase se encontraba venus en la fecha del comienzo de la Cuenta Larga. 12 de Agosto 3114 a.C.. (la fecha entre las dos mas aceptadas el 11 y el 13 de Agosto), tomemos el transito de venus del 9 de Diciembre de 1874 (una conjunción inferior) y restemosle cuatro periodos de 1247 años (el tiempo que tardan los cinco ciclos sinódicos en completar una vuelta al calendario.) Así llegamos a la fecha 9 de Diciembre de 3115 a.C. Puesto que sabemos que el 9 de Diciembre de 1874 fue una conjunción inferior, entonces podemos afirmar que el 9 de Diciembre del 3115 a.C. fue una conjunción inferior, mas no un transito. Entre el 9 de Diciembre del 3115 a.C. y el 12 de Agosto del 3114 a.C. hay precisamente 246 días. Así que podemos determinar que al principio de la Cuenta Larga, venus empezaba su viaje a través del periodo de invisibilidad superior (detrás del Sol).

Este investigador puede afirmar que los Olmeca que crearon la Cuenta Larga, estaban intentando enmarcarla entre dos periodos de invisibilidad superior de venus. También debieron haber conocido que los tránsitos de venus ocurren en un patrón de 243 años, para predecir el transito de venus del 2012. Por eso concluyo que La cuenta Larga fue diseñada para terminar en un día en que el sol solstilcial coincidiría con un periodo de invisibilidad superior. Es decir, una intención de la Cuenta larga es la de calcular 3206 ciclos sinódicos de venus y terminar el calculo en un año de en donde termina un ciclo de pares de tránsitos de venus.

Dentro de este marco de 3206 ciclos sinódicos de venus, la Cuenta Larga nos da una quinta parte de la medida de la precesión de los equinoccios establecida por sus creadores.

La precesión de los equinoccios es el fenómeno del aparente movimiento hacia el este de las constelaciones en la eclíptica del sol en relación al equinoccio vernal.

A estas constelaciones se les conoce vulgarmente por su nombres zodiacales. El periodo completo de una precesión de los equinoccios se le conoce como un Gran Año. Su duración se estima hoy en día en 25,786 años trópicos, el valor de precesión contemporáneo es de 50.26 segundos/arco anuales.

Es sumamente interesante notar que si multiplicamos la Cuenta Larga por 5 podemos ver que el Gran Año Olmeca estaba estimado en 25,627.84 años trópicos y su valor precesional es de 50.57 segundos/arco anuales, que es un 1/31 segundos/arco mas del valor contemporáneo de 50.26 segundos /arco anuales. Debido a esta diferencia que es igual a 31 años en una Cuenta Larga, me atrevo a imaginarme que las alineaciones celestial y Galáctica que los Olmeca esperaban ver al final de la Cuenta Larga ocurrirán 31 años después. Cuando El 20 de Mayo de 2043 las Pléyades están terminando su transito por el sol zenital y en el 21 de diciembre de 2043, el sol solstilcial está terminando su conjunción con la vía láctea. Virtualmente dando a luz a un nuevo Sol.


En otras palabras, al final de la Cuenta Larga, su calculo precesional esta corto por 31 años y su calculo de Venus por 48 días.

Estos dos cálculos demuestran un precisión extraordinaria. Y son un realidad un legado que nos permite visualizar como los antiguos Olmeca conceptualizaban el tiempo y el espacio.

http://homepage.mac.com/villas1/2012/index.html
Del libro “INTERPRETACION DEL CALENDARIO MEXICA (un diagnostico variante del Calendario Mesoamericano y el fenomeno de la presecion)” © Marcos Adrián Villaseñor, 2005